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                                     FERNANDO ESTEVE MORA

En el aforismo número 125 de su libro La Gaya Ciencia, Nietzsche hace decir a un loco (¿quién si no se atrevería a decir la verdad sin miedo a  sus consecuencias?) que Dios había muerto. Sí, tal y como suena. Y lo habrían matado los hombres que, sencillamente, habrían dejado de creer en ésa su creación, en el fruto de su imaginación. Nietzsche, luego, se pregunta crípticamente cuál será el fundamento entonces de la vida moral, o sea,  social pues, hasta entonces, era lugar común que los cimientos de la vida social exigían de la creencia en un Dios con poderes ultramundanos para castigar y premiar los comportamientos de los hombres con vistas al mantenimiento de las sociedades.

La Gaya Ciencia se publicó en 1882, y ya tenemos la suficiente experiencia como para saber que tras matar a  Dios usando por cierto de la Ciencia como arma asesina, nada pasa. Nada pasó que no hubiera pasado antes. Los seres humanos tenemos una sobrada capacidad para el fingimiento y el autoengaño, por lo que las sociedades humanas han podido continuar tras la muerte de Dios como si nada hubiese pasado. Incluso los hay que no se han dado por enterados o no han querido darse por enterados y siguen creyendo que Dios aún existe.

El mucho más terrenal pero igualmente importante, si no más, dios de la economía, el dinero , también ha muerto. Murió más o menos por la misma época en que murió el otro, el Dios de Nietzsche. Tras una larga agonía puede decirse que el dinero estaba ya bien muerto a principios del siglo XX.. Murió cuando  dejó de tener un valor intrínseco, cuando dejó de encarnarse en algo valioso, por ser  fruto del trabajo humano, como lo era el oro o la plata que el trabajo humano extraía costosamente de las entrañas de la Tierra.

Muchos han lamentado esa muerte del dios-dinero, pensando que sin un dinero de valor intrínseco, el mundo económico quedaba sin ancla o sin cimientos estables,  otros como Keynes bienrrecibieron esa noticia pues consideraban la existencia de un dinero de base metálica, el patrón oro, como una "reliquia bárbara" que "maniataba a los ministros de hacienda" y les impedía realizar políticas económicas estimuladoras del crecimiento económico, el empleo y el bienestar. Exactamente lo mismo por tanto que opinaban respecto a la creencia en Dios los partidarios de una sociedad basada en el crecimiento de los conocimientos científicos.

Y como ha sucedido  tras la muerte de Dios, las respuestas de las gentes a la muerte del dios-dinero han sido sustancialmente las mismas que las que han dado a la muerte del "otro"  Dios. Así, algunos todavía siguen creyendo en su existencia, o sea, que el dinero sigue vivo realmente, que en las sacrosantas criptas de los bancos centrales todavía hay oro y demás metales preciosos que dan fundamento real, físico, al papel moneda o a loas ristras de números de etéreos  códigos informáticos en los que ahora se aparece fantasmalmente el dinero. Son los menos. Los más, saben que no es así, que el dinero real está muerto y bien muerto, pero se comportan como si no lo estuviese confiando en que los demás actúen de la misma manera, o sea, como si nada hubiese pasado. Y como sucede con la "verdadera" religión, cuya Iglesia se encarga en mantener la ficción de la existencia de Dios prosiguiendo con sus ritos y trabajos, con ese teatro, como si nada hubiese pasado; de igual manera, también las "iglesias" de la religión del dios-dinero hacen lo mismo. Así, los Bancos Centrales realizan cotidianamente sus cónclaves, promulgan sus bulas, deciden quien ha pecado contra los mandamientos del dios dinero y los suyos propios  mismos, que se resumen por cierto en la vieja ley de la contabilidad por partida doble.

Todo "parece" en orden. Todo como debe de ser . Y es que la creencia en Dios al igual que la creencia en un dinero de base metálica, o sea, con un valor intrínseco, eran sin duda rémoras para el progreso humano, económico  y social. Sin duda, cierto. Pero en este mundo nada positivo hay que no lleve su lado oscuro, negativo.

¿Cuál es éste? Pues muy sencillo. Sucede que  sin el viejo dios dinero, sin un dinero encarnado en algo que tenga auténtico valor, ¿qué sentido moral tiene la vida económica? Porque la sociedad económica al igual que la sociedad en general necesita como su cimiento de una moral que establezca lo que es y premie el comportamiento económicamente bueno o adecuado, y que -de igual manera- penalice los comportamientos económicamente desviados, malos o perjudiciales. Se puede hablar así de una moralidad económica específica, de un sistema o mecanismo que al premiar a los que se comportan de una manera "correcta" y castigar a los que se comportan incorrectamente desde un punto de vista económica,  estimula los primeros comportamientos y desincentiva los segundos. Y, como ocurre con las otras morales o éticas, la moralidad económica también sería dependiente  del contexto, en este caso del socioeconómico. Es decir, que el comportamiento económicamente moral en un sistema económico capitalista sería distinto al que lo sería en un régimen económico esclavista o feudal o tribal o socialista.

Si nos atenemos a la moralidad económica capitalista, se tiene entonces que, antaño,  cuando aún "vivía" el dios-dinero, una empresa con beneficios, o sea, una empresa que se había comportado bien económicamente hablando, como premio, veía cómo aumentaban sus existencias de algo valioso, su dinero; en tanto que una empresa con  pérdidas, o sea, una que se hubiera  comportado mal económicamente hablado, al contrario, debía sufrir por su pecado, debía recibir un castigo por ello, una penitencia que se expresaba como disminuciones en la cantidad de dinero que tenían sus propietarios.

Hoy, por contra, tras la muerte del dinero, ¿qué significado económicamente moral tiene el ser malo económicamente hablando si cualquier pérdida puede ser enjugada con el mero expediente de aumentar con unos cuantos ceros el valor del saldo de esa empresa en su banco? ¿Qué costaría  realmente salvar a todas las empresas en quiebra dándoles todo el dinero que necesitasen "por la cara"? Algo de esto se vio en la pasada crisis financiera, cuando los bancos que tan mal se habían comportado económicamente fueron rescatados por los bancos centrales dándoles todo el dinero que necesitaban (a cambio, sí, de unos activos sin valor. Pero daba igual, porque tampoco a los bancos centrales tampoco les había costado nada hacer ese dinero que tan liberalmente empleaban para cubrir las pérdidas de las instituciones financieras).

Por supuesto que esa creación de dinero  electrónico o contable, de ese "nuevo" dinero ficticio ha de satisfacer las reglas de Lucca Paccioli de la contabilidad por partida doble (más sobre todo esto en:  https://www.rankia.com/blog/oikonomia/5212082-larga-influencia-luca-paccioli). Pero no hay problema, dado que cualquiera con acceso al sistema informático de un Banco Central puede crear todo el dinero que quiera, no cuesta nada hacerlo. Al igual que la muerte de Dios suponía para Nietzsche el final de la noción de culpa, de la de pecado y con ella el de la de que los comportamientos pueden ser juzgados moralmente como buenos o malos, la desaparición del dinero con un valor intrínseco significa el final de la idea de que hay comportamientos económicos en sí buenos y malos. La cercanía al poder, ya sea el eclesiástico o el de un banco, resuelve entonces todos los problemas de moralidad económica, pues permite a los cercanos hagan lo que hagan, nunca estar en números rojos.

Y lo último, una simple pregunta para la que no tengo respuesta. ¿Puede subsistir un sistema económico sin una  base moral?  Porque, eso sí que parece claro, la pervivencia de una sociedad requiere de la asunción por sus miembros de un código moral que ordene sus relaciones mutuas. Si esto mismo pudiera predicarse para las "sociedades económicas", la consecuencia de que el dinero hubiera muerto y con él la "lógica" de la moralidad económica capitalista pondría evidentemente en riesgo al capitalismo como tal. Tendría gracia que lo que ha permitido la expansión económica capitalista, el librarse de la constricción que supone la existencia de un dinero con valor intrínseco -como argumentaba Keynes-, fuese a la larga la causa del desmoronamiento del propio sistema capitalista. 
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  1. Top 100
    #1
    16/10/23 07:17
    La psicopatia social...es anplia..extensa...y el diagnostico es que a dia de hoy la gran mayoria de la poblacion la padece...esto esta bastante relacionado con la muerte de dios...si matas a dios matas la consciencia...y ...mas alla de estar por encima del bien y del mal que no es mas que no juzgar y no prejuzgar...te conviertes en un indolente ser superior con pies de barro...esto...noeztche lo entiende al final de su vida...y su reencuentro con dios es sublime...claro que no todo el mundo es nietzche...ni siquoeta la ttdiccion de la obra maestta es correcta....el gay saber....el de machado...antonio...un abrazo....lo del dinero...no son mas que cuentas fernando...cuentas....