En el siguiente gráfico (obtenido vía blog del IE) puede verse la evolución de la financiación solicitada al BCE por las entidades españolas.
En enero ha caído hasta los 53.120 millones de euros, la cantidad más baja desde octubre de 2008. En el gráfico de la derecha puede verse el porcentaje sobre el total de créditos concedidos por el BCE, comparado con el porcentaje que supone nuestro PIB sobre el total de la UE. Aunque aún estamos por encima de lo que nos correspondería, la evolución está siendo bastante positiva.
El BCE proporciona normalmente una financiación de último recurso, así que las entidades acuden a él cuando no consiguen financiarse por otras vías (puede verse la espectacular subida en mayo de 2010, cuando se produjo la crisis griega). La continua caída registrada desde mayo indica que, a pesar de lo mucho que se ha criticado la solvencia de las entidades financieras españolas, su situación actual, al menos en lo que a liquidez se refiere, no es demasiado desesperada.
Cuesta saber lo que esconderán las entidades en sus balances, pero, si están logrando financiarse, parece que su situación no debe ser tan mala como algunos dicen. Aún así, están pagando unos tipos considerablemente altos por la deuda que consiguen colocar en los mercados, por lo que la situación tampoco es para tirar cohetes.
Yo soy relativamente optimista respecto a los bancos españoles. Pocas empresas de este país están tan bien organizadas y saben sacar un mejor partido de cada circunstancia que se presenta. Los bancos saben mucho sobre sus clientes: el dinero que tiene cada uno de nosotros, en que lo invierte, cuando debe, que cosas compra con sus tarjetas de crédito, cuanto paga por cada recibo... Y eso de los particulares. En el caso de las empresas, en cuanto se va a hacer alguna operación relevante con un banco, piden copia de las escrituras, cuentas anuales, etc. En la mayoría de los casos también piden bastante información sobre socios o administradores así que, en cierto sentido, los bancos son una especie de Gran Hermano que, todo lo sabe y todo lo controla. Aunque no lo digan publicamente (no hay que creerse nunca las cuentas que presentan, y menos ahora), ellos saben perfectamente cual es la verdadera situaición de sus cuentas. Pero, mucho más importante, saben cual es la verdadera situación de las cuentas de sus clientes. Por eso sabrán antes que nadie cuando la crisis ha terminado realmente y estarán en la mejor disposición posible para aprovecharse de esa recuperación.
Por resumirlo en una frase, es posible que terminen quedándose con medio país a precio de saldo. Creo que, a los precios actuales, las acciones de algunos bancos empiezan a ser una inversión bastante interesante. Por ejemplo, aprovechando las caídas, he comprado algo de Bankinter esta semana. Me gusta porque prestó poco dinero a los promotores inmobiliarios durante la crisis, así que, como puede esconder menos sorpresas que otros, no me disgusta a estos precios. Además, los mejores gestores de renta variable española tenían de media, a finales de 2010, un 2,6% de sus carteras en Bankinter, habiendo aumentado su participación a lo largo de cuartro trimestre, desde el 0,9% que tenían, de media, a finales de septiembre.
No creo que sea hora de poner todos los huevos en esa cesta, al menos de momento, pero sí pueden irse poniendo algunos, pensando en comprar más si los precios bajan a niveles más bajos. Además, como la volatilidad del sector es alto, una acción como Bankinter ofrece posibilidades de sacarse algo de rentabilidad extra vendiendo volatilidad, es decir, comprando progresivamente a medida que va bajando la acción y soltando algunas de las acciones en cartera a medida que va subiendo. No es que esto nos salve si hemos cometido un gran error a la hora de elegir un valor que compramos, pero, en cierta medida, actuar así con las acciones que tenemos en cartera a largo plazo permite sacarse un "dividendo extra", que muchas veces supera bastante al propio dividendo que paga la empresa.