Rentabilidad: Capacidad de producir un beneficio que compense la inversión o el esfuerzo que se ha hecho.
Dos principales clases de activos financieros: acciones y bonos, las cuáles pueden proporcionar rentabilidad para nuestra inversión a través de dos vías: precio y/o dividendos (caso de las acciones)/cupones (caso de los bonos).
Al no estar garantizada la recuperación de la inversión inicial y al ser los dividendos dependientes de los beneficios que obtiene (o no) una empresa y de la polítíca que lleva a cabo con los mismos la rentabilidad exigida/esperada por los accionistas es superior a la exigida por los bonistas, cuya remuneración es fija y “segura” así como la recuperación del capital inicial invertido.
Esa seguridad se tuerce en casos excepcionales de suspensiones de pagos o quiebras.
Para aquellas empresas que cumplen los requisitos empresariales exigidos por Buffett, es decir, que gozan de balances saneados, buenos márgenes, posición de liderazgo, con una adecuada estrategia empresarial, internacionalizadas y que obtienen beneficios recurrentes, crecientes, predecibles y sin apenas altibajos así como un reparto de dividendos estable y al alza a lo largo de los años la inversión en acciones a 5-10 años vista (y a plazos más largos) es mucho más atractiva que la inversión en bonos.
Eso es así por dos motivos:
En primer lugar porque si lo comparamos con los bonos, cuyo cupón es fijo, en las acciones las empresas con un perfil buffettiano remuneran con dividendos crecientes año tras año.
En segundo lugar porque a más largo plazo más probabilidad hay de que el precio de la acción sea como mínimo igual al precio del año inicial, con lo que más probabilidades habrá de recuperar el capital invertido, como ocurre con los bonos que a vencimiento recuperamos el capital invertido.
Por contra, para empresas con balances excesivamente endeudados, con estrategias empresariales confusas, que no poseen ninguna ventaja competitiva sostenida y que obtienen beneficios erráticos, que reducen o directamente suprimen dividendos no obedecen al perfil buffettiano de compañía (son las denominadas empresas commodity) y en estos casos la inversión en bonos es la mayoría de veces más rentable que la inversión en acciones.
Casos como los de FCC, Abengoa, Sacyr, Popular, Sabadell, Banesto, Gamesa, NH Hoteles, Prisa, Azkoyen, Indo, La Seda, Ercros, Colonial, Fiat y algunas más han sido una ruina para el accionista (la acción cotiza a los mismos niveles que hace quince años y los dividendos han sido reducidos o incluso suprimidos en estos últimos años).
La inversion en acciones de estas empresas ha dado muy poca rentabilidad: nula rentabilidad vía precio y modesta rentabilidad por dividendo (salvo excepciones), si le restamos inflación e impuestos apenas da para conservar el capital.
Si miramos los últimos 5-10 años la inversión en acciones de empresas como Mapfre, Santander, Telefónica, Repsol, ACS, IAG, Ferrovial, entre otras, también habrían rentado menos que la inversión en bonos.
En cambio, para las empresas que nos interesan, las que tienen un perfil buffettiano, como he comentado antes la inversión en acciones es mucho más recomendable que la inversión en bonos.
Ejemplo de REE a día de hoy:
Bono con vencimiento en 2022: Yield del 4,02%
Acciones de REE: siendo muy conservadores y suponiendo que conseguirá un crecimiento del 4% anual de los dividendos durante los próximos nueve años y el precio de la acción será igual dentro de nueve años que hoy: Yield superior al 7%. Una rentabilidad así a nueve años vista sólo la proporcionan los bonos basura.
Empresas sin un pay-out tan elevado como el de REE (65%) como Inditex o Viscofan (payout del 40-45%), que son capaces de autofinanciar su crecimiento sin necesidad de endeudarse como en el caso de REE y que obedecen en líneas generales al criterio inversor buffettiano ofrecen una rentabilidad mixta: casi mitad vía precio y la otra mitad (un poco menos) vía dividendos, con lo que la exigencia de los accionistas sobre la evolución de los resultados es mayor.
El caso de CAF es más agresivo: al tener un payout que no llega al 30% debido a una política financiera que es quizás excesivamente prudente (creo que podría remunerar más al accionsita sin empeorar apenas su solidez financiera) provoca que la exigencia por parte de los inversores a la hora de conseguir buenos resultados sea mayor porque la rentabilidad viene básicamente vía precio y a que puedan ocurrir caídas puntuales fuertes en caso de no conseguir unos buenos resultados trimestre tras trimestre (sin ir más lejos el pasado 18 de octubre, cuando anunció un crecimiento menor de lo esperado).
Para periodos de inversión más cortos (hasta 5 años) la inversión en bonos puede ser más aconsejable en algunos casos que la inversión en accionies buffettianas. Los motivos son:
1/Los dividendos habrán crecido durante menos tiempo y el gap con los cupones de los bonos se habrá ensanchado poco.
2/En un periodo más corto de tiempo la probabilidad de que el precio de la acción esté por debajo que la cotización inicial es bastante mayor que si consideramos un periodo de inversión de cinco o diez años.
La historia nos enseña que a muy largo plazo los activos financieros que más rentan son las acciones. Cuadra con la teoría y con la lógica: a más riesgo, más rentabilidad esperada y exigida, y a la inversa.
Para periodos más cortos, 5-10-15 años vista, la superioridad de las acciones de empresas buffettianas es también muy clara, sin embargo, no ocurre lo mismo si tenemos una concepción cortoplacista de la inversión.
En el caso de las empresas commodity al obtener resultados erráticos e impredecibiles, con dividendos suprimidos o reducidos, la inversión en bonos suele ser más rentable que la inversión en acciones commodity tanto para el corto como para el largo plazo.
En el larguísimo plazo, como se ve en el gráfico, los índices bursátiles ganan siempre, si bien nos encontraríamos también unos cuantos casos concretos de acciones que ni en el larguísimo plazo superan la rentabilidad de la renta fija. Y en relación a los índices destaca el Nikkei, que cotiza a los mismos niveles de hace tres décadas.