Pequé de inocente al decir que Pescanova era salvable.
Lo era de ser ciertas las cuentas aprobadas y auditadas sin salvedades de la empresa, pero con los ejemplos de Marsans, Nueva Rumasa, CAM, Bankia, Parmalat, Enron, Arthur Andersen, Madoff y demás tendría que haber sido menos ingenuo y ante las primeras noticias negativas que fueron saliendo poner en tela de juicio tanto a la dirección de la compañía como a la firma de auditoría (BDO) que durante los últimos diez años en sus informes sobre Pescanova nunca había sugerido ninguna práctica irregular.
El informe forense encargado por la CNMV a KPMG concluyó que Pescanova utilizó filiales como sociedades instrumentales para ocultar deuda y pérdidas.
La deuda financiera real de Pescanova es de 3.281 millones y no de 1.522 como informó la compañía a finales de 2012.
Además la empresa tiene un patrimonio neto negativo de 928 millones, declaraba ganancias cuando en realidad tenía pérdidas, el EBITDA real (87,4 millones) es también muy inferior al declarado y los cash flow también estaban muy hinchados.
Todo ello indicaría una situación de quiebra técnica (patrimonio neto negativo), un ratio Deuda financiera neta/EBITDA desorbitado e inmanejable (3.281/ 87,4= 37,5x) y la necesidad de asumir una quita mínima del 50% por parte de la banca acreedora si se quiere evitar la liquidación de la compañía.
Este fraude ha acabado con la imputación de los máximos responsables (el Consejo) por parte de la Audiencia Nacional y en la reciente dimisión del Presidente de la compañía después de más de 30 años al frente.
El informe de KPMG concluyó que las prácticas contables que llevó a cabo la empresa no fueron fortuitas sino resultado de una planificación de forma consciente que se ha venido realizando durante varios años por parte de la dirección.
La firma que auditaba Pescanova, BDO, ha sido cómplice del fraude. (leer del cuarto al séptimo párrafo).
Así que la lección que podemos aprender es que hay que ir con mucho cuidado con todos estos estafadores de cuello blanco por muy elegantes que sean y vistan de Armani, conduzcan el último modelo de Audi o Mercedes, tengan yates y lleven un Rolex.
Estamos de acuerdo en que afortunadamente son una minoría pero pueden hacer mucho daño.
La clave está en saber identificar a esos ejecutivos inmorales, sin escrúpulos y que no saben ni el significado de la palabra ética.