El pasado dos de noviembre de 2010 escribía en un artículo de este blog lo siguiente:
Surge la duda acerca de si los partícipes están financiando aquello que el banco no acepta como riesgo y no duda en pasárselo a quien ni se entera de dónde mete los cuartos.
No albergo ninguna duda respecto de que alguno me tomó por tremendista y por apologista de lo malos que son algunos chicos en el mundo financiero.
Pese a que tenemos sobradas pruebas acerca de que en la banca un mortal tiene pocas probabilidad de hallar a un solo amigo resulta evidente si echamos un vistazo a las cuotas de mercado que dicho canal es el mayoritario en la distribución de seguros de ahorro y, muy especialmente, entre los orientados hacia la jubilación. Además los Planes de Pensiones, PPA y PIAS son productos redundantes en sus carteras.
Por tanto he de confesar que a un experto en seguros (no pecaré de falsa modestia y reconozco que lo soy) le llama poderosamente la atención que un consumidor, un confiado cliente - en resumen - acabe depositando su confianza en un sector que ha demostrado a fuego su incapacidad para gestionar el dinero confiándole el ahorro finalista que completará su hoy incierta pensión de jubilación. Sorprende, se lo digo en serio.
Regreso, tras esta digresión, al encabezamiento de estas líneas. Mi duda de noviembre de 2010 se ha visto refrendada en las noticias de seguros de hoy. Porque una entidad de seguros española, fuertemente vinculada desde su fundación a las Cajas de Ahorros, mantiene un agujero de 200 millones de euros tras haber metido en el mismo otros 300 millones de euros en provisiones. Es decir, se le habían evaporado 500 quilitos de nada.
¿En qué? Dirá el lector.
Sencillo: en las provisiones destinadas a cubrir las pensiones futuras de sus clientes de ahorro dado que las inversiones realizadas han deteriorado profundamente la capacidad de cumplimiento de dichos compromisos.
¿Cómo? Dirá el lector.
También sencillo: esa aseguradora se garantizó la exclusividad de colocación de seguros en muchas Cajas de Ahorros. Para conseguir dicha exclusividad se dedicó a suscribir compromisos que podríamos describir según el siguiente diálogo imaginario:
- ASEGURADOR: "Quiero que tu mediador de seguros desvíe todas las contrataciones posibles a favor de mi marca"
- CAJA: "Vale, pero me tienes que echar un cable"
- ASEGURADOR: "¿Cómo?"
- CAJA: "Mira, yo te paso clientes de PPA y tu les cobras las primas de seguro. ¿Qué haces con el dinero que te pagan? ¡Tienes que comprar activos en el mercado financiero para invertir y así cubrir las provisiones con que pagarles en el futuro un interés! Así que me ayudarás comprándome ciertas cosillas que tengo que vender pero no sé a quien. De esta forma el dinero vuelve a mi mano"
- ASEGURADOR: "¡Vale! ¿Cómo se llaman esas cosillas que voy a comprarte para mis clientes de jubilación?"
- CAJA: " Se llaman PREFERENTES"
- ASEGURADOR: "¡Ah, vale!"
Recordemos que las aportaciones a seguros de vida ahorro NO están garantizadas por el fondo de garantía de depósitos del Banco de España, ni por el Consorcio. El único elemento que sirve para garantizar estos productos de seguro son las provisiones matemáticas y es ahí, precisamente, donde esta compañía de seguros ha puesto por delante los intereses de sus acuerdos comerciales de aquellos de sus asegurados, comprometiendo su ahorro.
Me parece interesante extraer conclusiones rápidas de todo esto:
- Un banco NO es un experto independiente o ASESOR en materia de seguros y planes de pensiones. Es un TENDERO.
- un banco NO antepone el interés de su cliente a SU interés.
- un banco sacrificará el dinero de su cliente si con ello gana más dinero.
- un asegurador debe ser independiente; no puede ver condicionada su política de inversión por criterios ajenos a su misión como administrador leal del patrimonio de su cliente, el asegurado.
- que alguien gestione miles de millones no significa que lo haga bien; un pequeño mediador puede aportar más rentabilidad a su cliente y, o mucho me equivoco o de esto va el tema de invertir con seguridad y rentabilidad positiva.
- Esos acuerdos por los que una entidad concentra su producción de seguros en otra a cambio de favores (también por mayor comisión, por inyección de capital, etc) no redundan en beneficio del asegurado pues no se le ofrece lo que más le conviene sino lo que más produce al vendedor. Por eso no los considero asesores sino tenderos.
En tu mano, consumidor, está tomar la decisión. Como siempre estuvo.
No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino.
Confucio