Si mañana a un servidor Rafa Nadal le pusiera en las manos su mejor raqueta yo sería totalmente incapaz de lograr que la pelota hiciera algo remotamente parecido a lo que tiene por costumbre hacer en manos de Rafa.
Si pasado mañana (no hay que estresarse) Jorge Lorenzo pusiera su moto entre mis piernas y me brindara la oportunidad de correr en un circuito con los grandes de las dos ruedas creo que la escudería saldría a toda mecha a secuestrar el video de la carrera para no involucrar sus marcas patrocinadoras con mi estilo de conducción.
La conclusión es simple: la diferencia está en el talento orientado y enfocado, en la habilidad, en el entrenamiento, en la inversión programada y efectuada a lo largo de años, en la reflexión, en el conocimiento, en la psicología aplicada, en la mentalización, en la fortaleza mental, en el equipo que aporta soporte, ...
¿He dicho simple? ¡No lo es! En la carrera de todo profesional existen multitud de factores que determinan su idoneidad para una cierta tarea dada. No todo el mundo vale y menos aún si "acaban de ponerle la raqueta entre las manos".
Ahora, señoras y señores, siéntense ante su pc o marquen el dial de su teléfono. Y sin asistencia profesional alguna, sin tener ni puta idea de lo que significan esos palabros extraños y carcas que manejan esos tipos de los seguros, ni acerca de las Leyes que los regulan, atrévanse ustedes a lidiar solitos, a pecho descubierto con una estructura de poder financiero.
O vayan, vayan al banco donde sin pajolera idea de lo que se cuece en un Condicionado General les van a endosar por el artículo 33 lo que les venga en gana so pena de negarles crédito o castigarles con intereses abusivos. Vayan, a ver qué hacen con esta moto en la que ustedes van de paquete.
También cabe la posibilidad de arrimarse, por pena, al amigo o cuñado que sin tener más idea de seguros que de física cuántica está intentando sacarse unas perrillas para ir tirando mientras pilla curro aunque sin dedicarle ni un minuto a eso de la formación. Este al partido de tenis no iría ni de recogepelotas.
No quiero ser aguafiestas, solo poner sobre la mesa la realidad que reconoce nuestro venerable refranero que está cargadito de sabiduría popular acumulada a lo largo de siglos: zapatero, a tus zapatos.
No quiero dejar este post con un tono severo y negativo, así que he pensado que lo mejor sería tirar del maravilloso arte que es reír. Os dejo un video que, para mí, es una joya y basta ver de lo que es capaz este "profesional" para imaginar lo que otros. Cada uno en su área, claro.