La idea de crear una tasa sobre las transacciones financieras surge (como no podía ser de otra manera, para bien o para mal) de Keynes, quién consideraba que una tasa sobre las operaciones bursátiles reduciría la especulación.
La malvada y terrible especulación de los malvados señores encorbatados que con cara de malvados cerdos, o con malvados bigotes de monopoly, fuman malvados puros y dirigen de forma malvada el destino del mundo, y ocultan el montaje del viaje a la luna, a Elvis Presley y a los extraterrestres en el área 51.
No, que no he nacido ayer. Que ya sé que existe la manipulación, que los hedge fund no son los ahorros de la abuela ni amigos de nadie más que de la maximización de su rentabilidad, que en las guerras no hay buenos o malos y que el objetivo principal de los bancos (y de todas las empresas) es hacer dinero.
Pero oye, de ahí a pensar que los canteros dirigen el mundo… pues hombre, ahí hay un buen trozo.
Sea como sea, yo hablo aquí de la tasa sobre las transacciones financieras tal y como la están planteando, no tal y como podría ser (que seguro que podría ser maravillosa, justa, adecuada, útil… pero ni este post ni el mundo, por desgracia, van de cosas que podrían ser).
El pobre Tobin, allá por 1971, ideaba una tasa sobre las transacciones en divisas, como posible solución para asegurar la estabilidad monetaria mundial. De ahí se creó todo un movimiento que a Tobin nunca terminó de gustarle del todo. Nunca renegó de su idea, ni criticó la idea de que lo recaudado por esa tasa fuera a parar a países pobres. Pero siempre se quejó de que se olvidaba lo principal de su idea: la estabilidad monetaria. Concretamente, Tobin, decía que: “el aplauso más grande viene del lugar equivocado. Mira, soy un economista, y como la mayor parte de los economistas apoyo el libre comercio. Más allá, estoy en favor del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio. Han secuestrado mi nombre. [...] La tasa sobre las transacciones en divisa extranjera fue diseñada para reducir y atemperar las fluctuaciones de tipo de cambio”.
En fin.
Los argumentos esgrimidos por los defensores de esta tasa, tal y como está planteada, es que tendrá como consecuencias una menor volatilidad, una mayor eficiencia, así como una notable recaudación de impuestos. Y por supuesto que así los bancos pagarán finalmente por haber provocado malvadamente esta crisis.
En cuanto a las primeras razones (menor volatilidad, mayor eficiencia en el mercado, mayor recaudación de impuestos) lo cierto es que los estudios ofrecen un resultado mixto, dependiendo del importe de la tasa y la madurez y el tamaño del mercado afectado. En cualquier caso, cuanto mayor sea el tamaño y la libertad de un mercado, evidentemente mayor será su eficiencia. Que no su justicia, por supuesto.
En lo que sí coinciden la amplia mayoría de estudios es en el menor volumen de negociación consecuencia de la imposición, así como una recaudación mucho menor de la inicialmente estimada.
Fuera de lo académico, y yendo a la experiencia, una tasa similar se ha implementado con mayor o menor éxito en diferentes países. Por ejemplo, en Suecia y en Reino Unido.
En enero de 1984, Suecia introduce un impuesto en las transacciones sobre acciones. Diferentes tasas fueron también impuestas sobre el mercado de opciones y futuros y de renta fija. En 1990 el volumen del mercado de acciones sueco se había reducido en más del 50%. El volumen de negociación de bonos se redujo en un 85%. El volumen del mercado de futuros opciones prácticamente desapareció. La recaudación obtenida por la tasa fue decepcionante. Así, se situó en media en el 5,0% de la cantidad inicialmente prevista.
En la Eurozona se espera una recaudación superior a los 55 mil millones de €. En el mejor de los casos y con suerte, dadas experiencias anteriores, se situará en la mitad. Es menos que nada, pero ¿a qué precio? Al de llevarse una parte de la economía por delante. Al de penalizar el ahorro. En el más reciente caso francés, las consecuencias sobre el volumen han sido desastrosas: en torno al -20% en los dos primeros meses, haciendo un máximo en agosto en torno a un -40%.
Lo que aprendimos de Suecia es que si la tasa no se impone en todo el mundo a la vez, no sirve de nada. Así, la mayoría de la negociación se trasladó a otros mercados (Londres por ejemplo).
Lo que aprendimos de Suecia es que si la tasa no se impone en todo el mundo a la vez, no sirve de nada. Así, la mayoría de la negociación se trasladó a otros mercados (Londres por ejemplo).
El caso de Reino Unido es muy diferente. Dada la construcción de impuesto y las diferentes exenciones fiscales, sólo en torno al 20% del volumen negociado en el mercado de valores londinense (LSE) está gravado por el stamp duty.
Aun así, un estudio de Jackson y O'Donnel (1985), mostró que una reducción de la Stamp Duty del 2% al 1% condujo a un incremento del 70% en el volumen. ero claro, ¿para qué hacer caso a los estudios o a la experiencia pudiendo tranquilamente recaudar un duro más (aprovechando que la elasticidad es más rígida en el corto plazo)?
En cuanto a la otra razón, la de que sea el sector financiero quién pague las consecuencias de la crisis es, en este caso, sencillamente falsa.
Es falsa porque el 100% de este impuesto se trasladará al inversor final (de una forma o de otra). Así que será el inversor final el que tenga que pagar, de nuevo, mayores costes. Y este inversor final si es la abuelita con 50 acciones que mantiene desde 1970.
El inversor final sufrirá las consecuencias de muchas formas: en primer lugar por el traslado del impuesto. En segundo lugar por la menor liquidez (que se traducirá en una horquilla de precios mayor y por tanto un mayor coste).
Todo esto sin contar, claro, que el menor volumen significará menos ingresos y por tanto nuevos despidos en un sector ya de por sí tocado. Por supuesto los despidos no afectarán a los malvados señores encorbatados que con cara de malvados cerdos, o con malvados bigotes de monopoly, fuman malvados puros y dirigen de forma malvada el destino del mundo, y ocultan el montaje del viaje a la luna, a Elvis Presley y a los extraterrestres en el área 51. No. Los despidos afectarán a tu primo el cajero. A tu amigo el administrativo. A Juan el conserje.
Y encima, es un hecho los gobiernos al hacer sus cálculos sobre la recaudación del impuesto subestiman enormemente (peligrosamente, diría yo) la elasticidad de la demanda en los mercados financieros.
La enorme reducción de la negociación significará menores ingresos. Los nuevos despidos significará más gasto (y menos ingresos también, claro). Los menores ingresos del sector financiero también significarán menores ingresos para el sector público vía sociedades.
Y todo a costa de los de siempre, claro.