Hoy seguimos la serie de artículos sobre Psicología en el trading resultado de transcribir mi presentación de Psicología de Mercados y Behavioral Finance en el Curso de Bolsa por Navidad que impartimos el pasado diciembre. Puedes encontrar la primera parte en este link.
2. Trampas mentales en las actividades con carga de aleatoriedad.
Vamos a dar un enfoque algo diferente a lo que veíamos el otro día para comenzar a centrar el tema. Os prometo que las siguientes no van a ser preguntas trampa:
¿Pensáis que podéis ganarle una partida de ajedrez a Fisher? ¿Un combate al gran Rocky Balboa? No, no tendríamos ninguna posibilidad contra ellos.
Ahora bien, ¿crees que podrías ganarle una mano al póker a Maverick? Aquí, una mano, si hay suerte y salen buenas cartas... Quizá la partida entera no, pero ¿una mano?
Y ¿qué me dices de un trade contra Soros? Es uno de los gestores más rentables de la historia, pero tiene alguna metedura de pata memorable. A lo mejor, en un solo trade, con algo de suerte lo batimos. Otra cosa es la consistencia en el largo plazo.
En el largo plazo ser más rentable que un gran gestor o ganar un campeonato profesional de mus es algo más difícil.
Y esto es lo más bonito y lo más frustrante de las inversiones: no todas salen bien por mucho que las estudiemos o analicemos. Muchas fallan. Dependiendo de nuestro sistema podríamos hasta tener más fallos que aciertos.
Necesitamos el largo plazo para, tras muchas operaciones, demostrar que somos buenos.
3. Controlando la aleatoriedad
Y bueno, por mucho que nos empeñemos o creamos que podemos, no se puede influir sobre la aleatoriedad. En este sentido, el fenómeno de la ilusión de control es ese sesgo que nos hace creer que podemos influir en cosas que en realidad no controlamos.
Ya hablamos un poco de este sesgo en este artículo en RANKIA.
El sesgo o heurístico de la ilusión de control va activado por defecto, es un error natural, no podemos dejar de sentirlo, como ya hemos visto. Pero sí podemos atenuarlo con la inestimable ayuda de el Señor Spock.
El sesgo de la ilusión de control fue documentado a mediados del pasado siglo por investigadores como Allan, Jenkins y Ward. En uno de sus estudios más conocidos, muestran a los sujetos una luz que se encendía y apagaba. Por otro lado, le dan al sujeto un mando a distrancia. Los investigadores advertían que el mando y la activación de las luces podrían estar relacionados total o parcialmente o no tener nada que ver. En realidad no tenían nada que ver. Pero se le pidió a los sujetos que juguetearan con el mando y dijeran después qué grado de control pensaban que tenían sobre las luces. La mayoría aseguarba tener cierto control.
A mí, no me sorprende en absoluto este experimento. De hecho, me recuerdo perfectamente de niño dándole a los botones del Street Fighter en modo demo, casi seguro de que algo hacía. O en el tío vivo, concentrado en torcer el volante del camión de bomberos para que no se saliese de la pista circular.
El caso de los semáforos de Manhattan, documentado por la BBC y por el New York Times, entre otros, es mucho más divertido. Un periodista demostró que no existía relación alguna entre pulsar el botón de “espere verde” y que el semáforo para peatones se ponga en verde. Pero es una forma de que el peatón se sienta con el control de la situación y no cruce en rojo.
También podemos traer aquí el caso del freno imaginario del asiento del copiloto. Alguna vez pensaba que iba a desfondar mi coche, pisando el freno por las curvas de la C-14 entre Ponts y Andorra.
Y, centrándonos en lo que nos importa, que son los mercados financieros, cuando compras una acción y sube, siempre es debido a nuestro maravilloso dominio del análisis y del market timing. Si baja, es culpa de este maldito mercado que está tan manipulado, que es que con las máquinitas ya no hay quien opere. En esto último también hay un sesgo, que comentaremos más adelante conocido como el sesgo de atribución: ese mecanismo de defensa del ego que nos lleva a atribuir cada éxito a nuestras facultades y nuestra información superior y cada fracaso a la mala suerte o a circunstancias ajenas a nosotros.
La ilusión de control influye también en que nuestra mente esté siempre a la caza de patrones y de causalidades. El problema es que nuestro sistema 1 (Homer) no es demasiado científico a la hora de identificar patrones, y genera relaciones de causalidad del tipo de "cuando me pongo los calconzillos de la suerte, siempre ligo". Y la verdad es que poco sitios hay como los mercados financieros tan preparados para encontrar patrones ridículos. Sumas, proporciones, series astrológicas, leyes de Newton… incluso el sentido de la vida, el universo y todo lo demás.
Hemos hablado bastante de todo esto en otras ocasiones en el blog, por ejemplo aquí o aquí.
En este sentido, me parece interesante comentar el efecto enero. Pero no el patrón estacional ampliamente documentado, sino la tontería esa de que si la primera semana del año es alcista (o si enero es alcista) el resto del año también lo será.
Supuestamente, hay un 80% de probabilidad de que el año sea alcista, si enero es alcista. Algunos pardillos lo utilizarán como patrón, pero es el tipo de ejemplo más claro de que la correlación no implica causalidad. Porque es cierto, existe un 65% de correlación entre que los 5 primeros días del año sean positivos y que el S&P 500 acabe el año en positivo. Pero la causa anularía el patrón: la única causa explicable es que si los 5 primeros días del año la bolsa sube, tiene más colchón para luego perderlo y que el año finalice en negativo.
El argumento de que el “barómetro de enero” se cumple porque los gestores preparan sus carteras en base a sus expectativas sobre el año, es absurdo y además, un insulto a la inteligencia. El hecho es que los gestores hacen eso todo el año. Negarlo significaría negar el movimiento de los mercados y su validez como indicador adelantado de la economía, ampliamente demostrada. Además es un argumento que indigna a los que trabajamos todo el año, y muchas horas, no sólo unas pocas durante los cinco primeros días.
En realidad, como argumentaba en este post, la verdadera explicación de que este otro “efecto enero” tenga una correlación tan alta es que, como explica el verdadero efecto enero, enero es un mes históricamente fuerte. Como además la mayoría de años en el S&P 500 también son alcistas lo lógico es que la probabilidad de que el año sea alcista y enero sea también alcista sea alta.
Explicado de otra forma: la probabilidad de que el mes de enero sea alcista y el año sea alcista es entorno al 65%, dependiendo del mercado. Bien, pues la probabilidad de que el Real Madrid sea campeón de liga o subcampeón y que el S&P 500 sea alcista en ese año es superior al 65%.
Y esto es por el mismo motivo: lo normal es que el Madrid quede por arriba de la tabla (más les vale con el presupuesto que manejan) y como hemos visto, la mayoría de años la bolsa sube (al menos en Estados Unidos). Por lo que es habitual que ocurran ambas cosas a la vez.
De hecho, desde 1979, sólo en cinco ocasiones de los 12 años bajistas del S&P 500 se cumplió que enero fuera también bajista. ¡Menos del 50% de las veces! Y en una de ellas el año terminó menos bajista que enero por lo que como patrón, no sirvió demasiado.
Otra tontería, algo más divertida, es el indicador de la Superbowl. Se dice cada año que si un equipo de los que pertenecían a la antigua AFL gana la Superbowl, la bolsa caerá. 80% de correlación. Si pones en Google “Superbowl indicator”: 417.000 resultados. Si pones “Yellen indicator”, que es un compendio de los indicadores macro que la presidenta de la Fed, J. Yellen, aseguró que seguía en mayor profundidad para tomar decisiones sobre los Fed Funds, salen menos: 378.000. No añadiré nada más, señoría.
O mejor sí. En 1956, un estudio de Neyman, corroborado después por Hofer, Przyrembel y Verleger (2004) demuestra que existe una correlación significativa entre el incremento de la población de cigüeñas en una zona determinada y la tasa de natalidad. Sinceramente, me creo más esta correlación que las tonterías de Superbowls y barómetros de eneros.
Y bueno, muchas otras cosas que se explican en libros, especialmente en los de introducción a la bolsa, enormes compendios de fakes, falsas correlaciones y estupideces varías que, a pesar de que está ampliamente demostrado que no funcionan, se transmiten de generación de traders perdedores en generación de traders perdedores.
¡Seguimos el próximo día!
Hasta entonces.
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (primera parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (segunda parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (tercera parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (cuarta parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (quinta parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (sexta parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (séptima parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (octava parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (novena parte).
- La importancia de la Psicología en los mercados financieros (décima y última parte).
Tomás García-Purriños, CAIA
@tomasgarcia_p