En mercados financieros, existen básicamente dos formas de analizar una inversión. ¿Técnica y fundamental? Oh, no. No. Claro que no. Ese tipo de afirmaciones mitológicas las dejamos para primeros capítulos de esos compendios de fakes mal llamados libros para iniciarse en bolsa, que se venden en las estanterías de best sellers económicos de los centros comerciales.
De técnico o de fundamental. De Mamá o de Papá. De Kas naranja o de Kas limón. De Gryffindor o de Slytherin. ¡Qué rollo de manía de los polos en cosas que no deberían ser polarizadas, dividiendo el mundo en 10 tipos de personas: los que entienden binario y los que no!
Si tenemos que dividir la forma de seleccionar inversiones en dos tipos, hagámoslo bien. Así, hay dos tipos de análisis: los que funcionan y los que no. Y son, básicamente, el análisis profesional y el análisis no profesional.
Y uno no es el contrario del otro, sino que hay una escala de grises entre ambas aproximaciones. Pero para explicarlos bien, hay que irse a los extremos.
En este sentido, el análisis profesional no tiene por qué ser llevado a cabo por profesionales del sector ni tiene por qué ser necesariamente el más complicado. Al menos no en la parte cuantitativa. Tampoco necesita las mejores herramientas. Ya lo dice Paramés en su libro, que le basta con una calculadora simple.
Donde se complica este análisis es en la parte cualitativa y, en general, en todo lo relacionado con el proceso inversor. Aquí ya es cuando imagino que Paramés deja a un lado su calculadora y se apoya en su equipo formado por varios gestores y analistas de máximo nivel.
Desarrollando un poco más un concepto utilizado en el párrafo anterior, una de las principales características del análisis profesional es que se encuadra dentro de un proceso de inversión, que engloba además del análisis, otros factores tan importantes como la gestión del riesgo.
Entendiendo el análisis como parte de este proceso, comprendemos que no es tan importante que sea fundamental value (como Paramés, por ejemplo), growth (como Sands, por ejemplo), técnico (P. Tudor Jones, por ejemplo), global macro (Soros, por ejemplo), Quant (como Virtu Financial, por ejemplo), como un poco de todo (Carmignac, por ejemplo). Lo cierto es que a todos estos inversores les funcionaban tipos de análisis muy distintos. Lo que todos ellos tienen en común es un depurado procesión de inversión, adquirido a través de años de teoria y experiencia (propia y de otros).
El análisis profesional se caracteriza, por tanto, por ser tan sólo una parte de un proceso más amplio. Lo anterior permite al que analiza tener en cuenta las limitaciones de su trabajo.
Por otro lado, como hemos comentado, otra característica del análisis profesional es que su parte cuantitativa no tiene por qué ser complicada. Lo cual no significa que no lleve tiempo. De hecho, el análisis profesional requiere mucho tiempo. Aunque basten matemáticas sencillas y la calculadora del móvil para realizarlo, entender las implicaciones cualitativas de los resultados cuantitativos es un proceso que requiere de profundidad y de paciencia.
Al final, en el análisis profesional las cosas terminan cuadrando, para bien y para mal, y cuando se toma la decisión de inversión (y se deja paso al método de gestión de riesgo, paso anterior a decidirse por una inversión) se hace teniendo muy claras las implicaciones de la decisión. Se entienden los riesgos asumidos (para poder ser valorados por el método de gestión de los mismos). Se entiende qué puede salir bien y qué mal y por qué.
Y cuando sale mal o bien se anota para continuar optimizando el sistema. Porque la palabra clave en el análisis profesional es "entender". Se entienden los indicadores que se han utilizado, por qué se han utilizado y para qué se han utilizado. Se entienden los resultados de los mismos. Se entienden las cifras de la parte cuantitativa (que puede hacer cualquier programa informático) para poder centrarse en las cualitativas.
El método profesional no se basa en fantasías, sino en evidencias testadas previamente en diferentes condiciones de mercado y en mercado real. Evidencias que además se comprenden porque tienen sentido económico, y pueden explicarse de forma relativamente sencilla.
Por ejemplo, los hay quienes se llenan la boca de indicadores como RSI pero no comprenden su fórmula (no entienden qué se calcula ni por qué, imposible entender por tanto el resultado), los que hablan de heikin ashi pero no entienden las implicaciones del gráfico (ni por tanto sus consecuencias) los que se llenan la boca de ratios bursátiles como el PER, el peg o el P/B (pero no entienden las reglas básicas de contabilidad que explican por qué una empresa puede tener un PER más alto y sin embargo ser mejor inversión que una con PER bajo, o no entienden cómo se estima un PER Forward). Los que hablan de Elliot pero no comprenden la proporcionalidad ni la teoría del caos. Es mejor prescindir totalmente de la parte cuantitativa (indicadores, ratios, valoraciones, modelos…) si no se entienden.
La parte cualitativa es la fundamental, los indicadores tan sólo nos dan pistas sobre qué pensar en el análisis posterior.
Por su parte, el análisis no profesional puede realizarse utilizando herramientas profesionales. Por eso es tan sencillo confundirlo con el que sí es profesional.
Es más, en este tipo de análisis se dedica mucho tiempo a las herramientas y a la parte cuantitativa.
Hablamos, en fin, de ese tipo de análisis que alcanza conclusiones con números sin importarle cómo se ha llegado a los mismos ni qué implican realmente.
Es mucho más vistoso, más pintón y más bonito que el análisis profesional, y no requiere casi de tiempo. El análisis no profesional es postureo. Cuentas de la vieja y reglas sin demasiado sentido, más cercanas a los consejos del gurú de una secta (se llame técnica o fundamental) que a un proceso científico. Porque sí, el análisis profesional es ciencia. Ciencia social, claro, pero ciencia al fin y al cabo.
Insisto, el análisis profesional puede no funcionar. Pero cuando lo hace se entiende por qué ha fallado. Lo que permite depurarlo para la siguiente. En el análisis no profesional, uno no sabe en qué ha fallado. ¡Qué ha podido fallar! ¡no lo entiendo! ¡si el cruce de medias era de libro, si el PER ajustado por inflación era bajísimo, si el FCF era creciente cada año, si la marmota vió su sombra y volvió a la madriguera! En el análisis no profesional no se entienden las herramientas con las que se estaba trabajando y por eso cuando fallan vuelven a usarse del mismo modo una y otra vez hasta que se descubre una nueva herramienta que malutilizar.
Por la razón que sea, todos discuten si value o si growth, si técnico o fundamental, pero nadie reconoce que todos los análisis funcionan cuando se utilizan profesionalmente. Y ahí tenemos casos de éxito para cada tipo de análisis. Aunque claro, el éxito no está en el análisis, sino en todo el proceso del analista-gestor-profesional.
Tomás García-Purriños, CAIA
@tomasgarcia_p