Cuando en 1979 un jovencísimo Frank Miller toma las riendas de Daredevil, nadie podía ni llegarse a imaginar que estaba a punto de comenzar a forjarse la verdadera leyenda del personaje. Su etapa con el Diablo Rojo catapultó a Miller a la fama, consagrándose después con su más que genial Batman, Ronin, Sin City o 300.
La cosa es que Miller llegó a la colección de Daredevil porque dibujó un par de episodios de Peter Parker: The Spectacular Spider-Man (en concreto el 27 y 28 en 1979) en los que aparecía Daredevil, y a Jim Shooter (en aquel momento el editor jefe de Marvel) le gustó cómo lo hizo. Así que colocó a Miller como dibujante fijo de Daredevil. Es el camino contrario del que hizo uno de los dibujantes más míticos de Spiderman, John Romita Sr., llegó a la colección del trepamuros tras dibujar dos números de Daredevil en los que Spiderman apareció como invitado. Curiosamente, el villano de los cómics que dibujó Miller coincidía con el que dibujó Romita Sr.: El Merodeador Enmascarado.
Esta casualidad, no más que una curiosidad para el prólogo de un cómic recopilatorio, trasladada al mundo de la inversión en mercados financieros podría haber dado para rellenar folios y folios de papers durante varios años. Porque el campo de los mercados financieros es idóneo para sembrar patrones de todo tipo, muchas veces (la mayoría) sin absolutamente ningún tipo de relación de causa y efecto.
Ya lo aseguramos aquí, en un post sobre correlaciones en el que (curiosamente) utilizamos el mundo de Spiderman para la introducción.
En fin, es complicado no hacerlo, al fin y al cabo necesitamos patrones para resolver la GRAN PREGUNTA de los mercados financieros. Ese que nos haga encontrar el método para ganar siempre, para triunfar en los mercados financieros. Para ello gastamos horas y horas, en buscar indicadores o patrones que han funcionado o aparentado funcionar en otras ocasiones para después aplicarlo sobre los mercados financieros.
En realidad, lo anterior es la justificación de mi principal crítica a la inversión puramente sistemática. Yo considero necesarias unas reglas, pero no para adivinar el futuro, sino en la forma de invertir. Una filosofía si queréis llamarlo así,o un proceso aunque no me convenza ninguna de las dos palabras. Es importante trabajar en un método que funcione, con reglas. La pura discrecionalidad es una forma irracional de invertir y normalmente perdedora. Pero también pienso que los mercados no tienen un método que sirva para poder predecirlos. No hay una forma de analizarlos que siempre sea correcta, sino que a veces funciona una y a veces otra. Creo que es demasiado eficiente como para que ningún sistema funcione con éxito en el medio plazo, y por tanto requiere de muchísima flexibilidad por parte del gestor. No creo en el hombre contra la máquina, sino en el hombre y la máquina, trabajando juntos en un proceso estructurado pero flexible, discrecional pero disciplinado.
Utilizando una metáfora que utiliza el genial Ben Hunt en su interesantísimo último post, el mercado es como el fuego. Puedes saber cómo encenderlo, cómo apagarlo, saber que calienta o que quema si te acercas. Pero ni el más potente ordenador actual sabría cómo predecir su siguiente movimiento. En este sentido, no existe una respuesta a la GRAN PREGUNTA, porque lo que no existe es la pregunta.
O más bien la pregunta es otra.
En los momentos actuales de caos, además de ese caos del que vende, no es extraño encontrarse más que nunca patrones y relaciones, a veces con sentido y otras bastante descabelladas que intentan dar respuesta a la gran pregunta de si estamos o no haciendo suelo. Aunque la respuesta sea tan sencilla como decir que los suelos sólo pueden confirmarse a posteriori.
La narrativa del mercado actual, en cualquier caso, fuera de la geopolítica, es sin duda el fin del ciclo y la llegada de la recesión anunciada por un aplanamiento de la curva de tipos de interés. Aunque lo cierto es que un aplanamiento no indica nada sobre la probabilidad de una recesión o de un mercado bajista.
O al menos así ha sido históricamente.
De hecho, ni siquiera una inversión de la curva dice demasiado sobre cuándo será el inicio de la recesión o el fin del mercado alcista. Es más, normalmente los máximos de mercado se producen después de la inversión de la curva.
La verdad es que la relación entre curva de tipos de interés y recesión es como la que hay entre bolsa y crecimiento económico: complicada. Y es complicada, sencillamente, porque no es lineal. Puede haber poca correlación lineal entre crecimiento económico y bolsas, pero lo cierto es que durante las recesiones, las bolsas lo hacen peor que durante las expansiones, como explicamos en este post. Y además, existe una relación causal (también explicada con detalle en el mismo post).
No vamos a entrar en detalle en la relación entre spread de tipos de interés y PIB (porque ya lo hicimos en este otro post). Pero sí en la relación entre inversión de la curva de tipos y bolsas, porque cabe pensar que si una inversión de la curva de tipos adelanta una recesión y la bolsa se comporta peor durante las recesiones, una inversión de la curva adelantaría un peor comportamiento de las bolsas.
Lo cierto es que no existe prácticamente ningún tipo de correlación lineal entre la curva de tipos y el rendimiento de las bolsas durante los siguientes meses. Apenas un 6% con los rendimientos a un mes y sólo un 18% con los de 12 meses. Es cierto: la relación es positiva pero poco intensa, lo que nos podría llevar a descartarla.
Sin embargo, analizando más en profundidad la relación, vemos que sí existe y es bastante fuerte. Por ejemplo, si analizamos los periodos en los que el diferencial entre la rentabilidad a 10 años y la rentabilidad a 3 meses es negativo, tenemos que desde los 60, algo más del 11% de los días se ha producido esta situación. Analizando qué ocurría 1, 3, 6 y 12 meses después de estos días, tenemos que los resultados son, en promedio, negativos. En cambio, en los periodos en los que el diferencial ha sido positivo los retornos son en promedio positivos y superiores al promedio sin filtros.
Pero es interesante subrayar que los malos resultados se dan cuando la curva se invierte, no antes, ni siquiera cuando está muy plana. Y de nuevo es importante recordar las imágenes anteriores: los máximos de mercado suelen llegar tras la inversión, no antes. Vamos, que si la curva se invierte es conveniente que te compres un paraguas, pero no es necesario que aún lo abras.
Es decir, que la narrativa actual no parece acorde con la historia, sino con un mantra repetido una y otra vez aliñado con la situación geopolítica. Dicho todo lo anterior: puede ser que esta vez sea diferente. Por supuesto. Pero incluso si es así, sólo te salvará tu método, tu filosofía, tu proceso. No tu capacidad para adivinar el futuro, utilices la regla que utilices.
No lo olvides: estamos hablando de fuego.