Este sábado tuve la suerte de poder asistir al VII encuentro RANKIA como ponente. Fue un placer veros las caras, aunque me fastidió no tener mucho tiempo para hablar con todos, y que no hubiera unas copillas tras el encuentro. Para otra ocasión.
Paso a hacer un resumen muy rápido de la charla que expuse. Aunque estaba un poco nervioso, espero que quedase claro a dónde quería llegar.
Por supuesto, esto es un resumen, no pretendo comentar todo lo que dije en la charla, solo lo principal. Intentaré repetirla en otros eventos, por si acaso alguien se quedó con las ganas de oirla.
Empezamos la conferencia hablando sobre qué es el miedo, tomando como referencia la definición de la RAE: perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Quisimos que en toda la charla estuviera presenta la idea de que uno solo puede ser valiente si tiene miedo. Si no, es otra cosa.
Desde el punto de vista biológico el miedo es una emoción. Hicimos así un rápido repaso a la historia de cómo han sido consideradas las emociones en la historia de la humanidad: hasta el siglo XX, las emociones se veían desde un punto de vista negativo, como algo que pertenece a los animales y no al hombre. Debían, por tanto, ser conducidas por la fuerza de la razón. Así, en la filosofía desde el pensamiento aristotélico o incluso en la forma de ver las religiones, tanto en el mundo occidental como en el oriental, donde el budismo habla de combatir las emociones, que son fuente de la infelicidad, como en otros mundos, así Yoda le dijo hace mucho tiempo a Luke: el miedo lleva a la ira, la ira al odio y el odio al lado oscuro. Sin embargo, a partir del siglo XX las emociones se ven desde otro punto de vista. Así, como señala Pascal, el corazón tiene razones que la razón desconoce. Las emociones empiezan a ser vistas como algo positivo e incluso el dolor emocional empieza a estar igual de considerado que el físico. El último paso, dado ya en el siglo XXI, es el de considerar las emociones como algo que puede ser empleado para mejorar nuestro comportamiento. El ejemplo más claro es el tipo de lucha de contacto empleado por el Mossad, que adapta las emociones primarias a nuestro favor en la lucha.
Después explicamos rápidamente cómo funciona el mecanismo cerebral en las emociones. Comentamos que no era posible una medicación contra el miedo, aunque estaba siendo investigada, puesto que el mecanismo del miedo se activa en el mismo lugar que otras emociones primarias, como por ejemplo el afecto. Advertimos por ello que Juan sin miedo es un sociópata, puesto que era incapaz de sentir miedo. Sin embargo, una vez se enamora de la princesa (es decir, aprende a tener afecto) entonces ya es capaz de sentir miedo.
Introdujimos después la idea de que el miedo es social: el ser humano aprende a tener miedo de acuerdo al contexto social y a la época. Así el miedo podría considerarse como uno de los pilares socializadores del ser humano. Así, las penas del código penal, o el mismo sistema educativo (como muestran los experimentos de skinner). Los estudios sobre este tema no surgieron hasta entrado el siglo XX, con el desarrollo de las dictaduras, y al principio siempre unidos a las teorías sobre la psicología de multitudes. Pusimos como ejemplo la película de “el bosque” donde se enseña a tener miedo a elementos como el color rojo o a entrar en el bosque. Del mismo modo, como ejemplo de que el miedo depende del contexto señalamos la posibilidad de, alquilando un delorean, visitar los años 80 y comentarles miedos actuales, como la privacidad de los datos en internet.
Pasamos después a considerar los tipos de miedo (al amor, a las arañas, a la muerte…) y su gradación (terror, susto, etc) explicando de una manera más profunda dos grados de miedo: riesgo y pánico.
Del riesgo, dijimos que venía de la palabra latina resecare, que significa que una roca rompa el casco de nuestro barco. Señalamos que era un arma poderosa porque se puede cuantificar y así podemos adecuar nuestra cartera al riesgo que estemos dispuestos a asumir (eliminando así parte del riesgo imaginario) o también podemos buscar activos en los que se esté sobrevalorando el riesgo (como hizo, por ejemplo, W. Buffet con coca-cola).
Del pánico, comentamos que viene de la palabra griega pan, que tenía que ver con los sonidos desconocidos del bosque, atribuidos a la música del dios pan. Señalamos que el pánico debía ser observado con sentido común, puesto que muchas veces no estaba justificado. Lo comparamos con las burbujas. Expusimos que el pánico podía ser aprovechado para buscar activos sobrevalorados en riesgo o para añadirnos al rebaño, poniendo como ejemplo a J. Templeton durante la crisis del 87. Mientras todos sus gestores le miraban sin saber qué hacer, él gritaba: ¡comprar todo lo que podáis!, puesto que no había razón de fondo para una caída así.
Sobre el pánico, comentamos también lo fácil que es venderlo, recordando la frase de Wall Street 2: El caos vende. Pusimos como ejemplo la lectura por la radio por parte de O. Welles de “la guerra de los mundos” y el pánico que provocó. Pusimos también como ejemplo las noticias más leídas durante los meses de marzo, abril y mayo de 2009: todas ellas con planteamientos bajistas y caóticos.
Terminamos la charla hablando sobre los errores más típicos de los inversores. Los dividimos entre errores antes de operar y errores en la operación.
Antes de operar, los errores más comunes son miedo a que se nos vaya el precio y miedo a perder dinero. Ambos miedos pueden ser parcialmente cubiertos. El miedo a que se nos vaya el precio debe ser cubierto por nuestro sistema, que nos indica precios y motivos de entrada al mercado. El miedo a perder dinero solo puede ser solucionado con una adecuada gestión del riesgo, gracias al cual siempre sabremos cuál es el máximo dinero que vamos a perder. Así podremos adecuar nuestro nivel máximo de miedo a nuestra pérdida máxima.
En la operación, los errores más comunes provocados por el miedo son cerrar la posición antes de que llegue al stop o cortar las ganancias, estos errores pueden ser solucionados con un sistema claro de entradas y salidas.
Debemos respetar nuestro sistema de operar, puesto que es nuestra única salvación a largo plazo.
Por otro lado, hablamos también del miedo al fracaso, muy normal sobre todo en el trading, donde hacemos muchas operaciones y muchas pueden ser equivocadas. En este sentido comenté la necesidad de no infravalorarse nunca y de pensar que si nuestro sistema gana dinero, no importa el número de veces que falle. El futuro es imposible de predecir, solo los resultados se pueden medir.
Por último, hablamos del estado de flujo, desarrollado por Mihály Csíkszentmihályi.