El de ayer fue uno de esos días de los que hay que haber vivido para poder entenderlo. Desde bien temprano, cuando uno se sentaba en su sitio por la mañana, daban ganas de avisar al equipo comercial para llamar cliente a cliente y decirles que vendieran toda la cartera. Justificaciones no faltaban: votación en contra del plan de ajuste en Portugal, downgrade del rating de la banca española, filtraciones de que el ESM podría no ser aprobado hasta junio… todo ello cociéndose dentro del caldo de recuperación con incertidumbre actual. Para qué quieres más.
Sin embargo, aunque es complicado abstraerse de todo esto, hay que hacerlo.
Al final no son más que cantos de sirena y lo único importante es el rumbo hacia donde nos dirigen los precios. De hecho, en este caso, el precio nos venía diciendo desde bien temprano lo contrario a lo que decían las noticias, en una especie de
wall of worry.
Todo esto nos lleva a aquella máxima: “Sólo hay un lado del mercado, y no es el lado alcista ni el lado bajista, sino el lado correcto.” Sin entrar a valorar la dudosa credibilidad como inversor de la persona que la pronunció, hay que reconocer que es una de las mejores frases de Livermore, y sin duda de las mejores que he escuchado sobre los mercados financieros (ya dicen que en casa del herrero, ciento volando).
En fin, que ahora que está de moda hablar de los mandamientos de la inversión, del manual del buen
trader, que cualquiera es un experto value investor y que todo el mundo quiere ser como Peter Lynch, pero en mejor, creo que recordar este principio es más conveniente que nunca. Explicado de forma excelente por De Ferrer en su blog
contrarían investing:
“La gente confunde lo que es la "idea abstracta" con la "acción". Yo puedo analizar algo y pensar que es bajista, y sin embargo mañana tener que ponerme alcista. Uno no ha de seguir su análisis, sino la acción del precio. El análisis es una sombra tenue en comparación con la realidad del aquí y del ahora que representa la acción del precio.” Si es que esto no es como ser de Kas Naranja o de Kas Limón, o del Madrid o el Barcelona. Esto va de ganar dinero. De estar dentro o de estar fuera.
Porque luego vienen los lamentos y que si el mercado está manipulado, si la mano fuerte viene a por mí, si es que tengo mala suerte, si es que me han visto, si es que han barrido los stops, si es que no pasa nada porque esto es un juego, esto es un casino, si es que soy inversor de largo plazo.
Si nos empeñamos en seguir uno de los dos lados, siempre vamos a poder encontrar justificaciones que defiendan nuestra posición. Pero empeñarse en que el mercado es alcista o bajista es, sencillamente, no entenderlo. Como en el concepto del yin y el yang, todo tiene su opuesto, pero este no es absoluto sino relativo. Nada es completamente yin ni nada es completamente yang. Así, en un mercado alcista, hay activos que serán bajistas, y en un mercado bajista, hay activos que tendrán un buen comportamiento. Tal y como hemos visto con especial claridad a lo largo de estos últimos años, que resultan tan extraños hasta que se entiende este principio del mercado: todo es relativo, menos el precio.
Y yo entiendo que la gente lo que quiere es saber a dónde van las cosas. Qué es lo correcto y qué lo incorrecto. Quién es el bueno y quién es el malo. Así es como hemos sido educados. Nos gusta leer o escuchar, especialmente de un analista, una opinión clara. No estamos acostumbrados al sí pero no: eso nos parece una solución “política”, para salir del paso, para quedar bien. Pero lo que no entienden es que cuando un buen analista o un gran gestor responden que piensan que el mercado va a subir, no significa que cinco minutos después no pueda variar su opinión completamente. Esto no le hace peor analista. Significa que adecúa cada nuevo dato a su análisis final. Como debe ser. Es por eso que el trabajo del analista, del gestor, del inversor, del especulador no termina después de un análisis: es continuo. Dura 24 horas al día, 7 días por semana. Así que “estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros.”
La verdad es que parece mentira que con esa actitud Groucho Marx se arruinara durante el crash bursátil del 29. Pero claro, es que ésta no era su verdadera actitud. Él no cambiaba de principios. Como explica en su autobiografía, Groucho cae en prácticamente todos los errores psicológicos que puede cometer un inversor. No en vano, tras quedar financieramente muy perjudicado, señaló que “partiendo de la nada, había logrado alcanzar la absoluta miseria.”
Si hubiera seguido su máxima y hubiera dejado que sus principios cambiasen, hubiera rehecho su análisis, hubiera dejado de fiarse de su asesor y buscado otro, otras opiniones, hubiera empezado a enterarse de qué pasaba, de por qué el mundo había cambiado (igual que lo hicieron otros, como Kostolany) y hubiera terminado por ganar dinero. Se hubiera enterado de quién se llevó su queso. No gana más el que más acierta, sino el que menos va a la contra del mercado. Invertir de acuerdo al contrarian Investing no significa ir en contra del mercado, sino ir en contra de la multitud. Y a favor del mercado, claro está. El mercado nunca se equivoca.
Así que, ande yo caliente es don dinero. Un análisis correcto es cambiante para un mundo que cambia. Si hay que decir públicamente: me he equivocado, pues se dice. Pero con las monedas sonando en el bolsillo.