El cine bélico me gusta desde que era pequeño y es una afición que ha ido creciendo por los paralelismos que hay entre la guerra y el mercado.
No descubro nada al decir que Hermanos de Sangre (Band of Brothers)[1] ocupa puestos de podio dentro del género. La serie cuenta las andanzas de la Compañía Easy y de su líder, el mayor Richard D. Winters, durante la Segunda Guerra Mundial. Los inversores tenemos mucho que aprender del cine bélico, en general, y del mayor Winters en particular.
En cada película bélica hay un momento que describe al mercado con toda su crudeza. Me refiero a la típica escena en la que un grupo de soldados camina buscando una posición concreta o persiguiendo a un enemigo. No hay acción, pero la tensión se palpa. El peligro es inminente.
De pronto, uno (normalmente el recluta recién llegado que da mucha pena) encuentra algo que le llama la atención, baja la guardia y camina directamente hacia ahí despreocupado. El espectador ya sabe que es carne de cañón. Pocos segundos después yace en el suelo sin remedio por causa de un disparo, una mina o una trampa punzante. Esta escena es un clásico del género.
Sin embargo, el modo de avance del mayor Winters es diferente al del novato. Cuando localiza algo que quiere alcanzar no se lanza directo, sino que se detiene y husmea. Una posición evidentemente ventajosa es el cebo perfecto para una trampa y en la guerra, como en el mercado, nadie regala nada. Winters lo sabe; se pregunta por qué el enemigo no la está ocupando ya y busca amenazas a su alrededor. Después de analizar el peligro, da orden de avanzar, pero no a todo el grupo: envía primero a unos pocos que se aproximan despacio, a cubierto y siempre bajo la mirada protectora de sus camaradas. Winters nunca arriesga todos sus recursos de golpe y siempre intenta limitar los posibles daños con antelación. Gracias a estas precauciones previas puede actuar con determinación llegado el momento[2]. Es la antítesis del novato.
Los inversores experimentados, al encontrar lo que parece una buena idea de inversión, pasan por el mismo ciclo emocional que el mayor Winters:
- Desconfianza. ¿Por qué alguien está dispuesto a regalar esta buena oportunidad?
- Amenaza. ¿Dónde está la trampa? ¿Cuál es el cebo? ¿Dónde me colocaría yo si estuviera haciendo una emboscada?
- Oportunidad. ¿Cuál es el beneficio que la posición me va a reportar? Si la aprovecho, ¿qué ventaja obtendré sobre el enemigo? ¿Es sostenible? ¿Es defendible?
- Vulnerabilidad. ¿Cuál es la pérdida máxima me puedo permitir para alcanzar ese objetivo? ¿Cuántos recursos voy a exponer para asegurar la posición?
- Duda. ¿Cómo me acerco al objetivo de la forma más segura? ¿En qué parte del análisis de la situación me he equivocado?
¿Qué diferencia al mayor Winters del soldado inexperto? Según el estratega Edward Luttwak[3], el primero utiliza una lógica paradójica, mientras que el segundo emplea una lógica lineal.
El sentido común dirige al recluta novato: localiza un objetivo y decide alcanzarlo cuanto antes. Así actúa en la vida normal y, por lo general, obtiene buenos resultados. Sin embargo, la lógica en un entorno de conflicto es diferente a la de la pacífica vida civil. Al actuar con sentido común, yendo a por los objetivos de manera directa, el soldado-inversor actúa de manera predecible. El enemigo, que también conoce los dictados del sentido común, sabe qué comportamiento esperar y, por tanto, dónde colocar su trampa. En un entorno de conflicto, la forma más rápida, directa y segura de llegar a un objetivo es a través del camino que, a priori, parece menos rápido, menos directo y menos seguro. Ese conflicto entre lo paradójico y lo lineal está tan presente en la guerra como en el mercado.
Sólo con experiencia se interioriza que cada inversión fallida del pasado tuvo un cebo que nos hizo picar: un dividendo alto, un cupón atractivo, unos múltiplos de valoración bajos, una rentabilidad histórica buena, un flujo de noticias positivo… siempre hay un buen motivo para cometer un error[4]. Y nuestra contrapartida lo sabe.
Taleb, al igual que Luttwak, advierte del uso del sentido común en los mercados por la tendencia que tiene a hacernos caer en las trampas. En este caso, su campo de batalla es el mercado de opciones.
Para los vendedores de opciones el cebo es una prima alta. Las primas altas producen un ingreso de dinero casi sin hacer nada y, después de todo, la mayor parte de las opciones vencen sin valor. Así que, ¿qué puede salir mal? Por su parte, para los compradores de opciones, el cebo son las primas bajas: una prima baja limita las pérdidas mientras mantiene abierta la posibilidad de generar beneficios abultados. Así que, ¿qué puede salir mal? El sentido común empuja al inexperto a tomar con rapidez el dinero que le regala el mercado, antes de que la oportunidad desaparezca. Ese comportamiento lineal y predecible es su perdición.
Entonces, ¿qué pretende su contrapartida? En el primer caso, cuando está dispuesta a pagar una prima alta, lo hace porque cree que el evento por el que apuesta tiene mucha más probabilidad de pasar que de no pasar. ¿Cuál es el cebo que ofrece para tentar al vendedor? Una prima alta. De lo contrario, nadie le vendería la opción y no podría hacer su operación. En el segundo caso, el vendedor de la opción ofrece una prima baja porque sabe que las probabilidades de que se produzca el evento son mínimas. Así que su gancho, como el de la lotería, es vender el boleto a un precio ridículo en comparación con el premio potencial. La experiencia hace que un inversor identifique como cebo lo que otro percibe como una oportunidad. Todo depende de lo interiorizado que se tenga al papel de la paradoja en los mercados.
La paradoja no sólo afecta a los contendientes; también a propios los cebos. Un cebo funciona gracias a la predictibilidad de la víctima y a la impredecibilidad del ataque, por lo que, para que sean efectivos, no siempre han de ser una trampa. De hecho, es mejor que, en casi todas las ocasiones, cuando el recluta se confíe no le pase nada. Así se refuerza el comportamiento lineal que le llevará directo donde su rival le espera.
Tampoco se debe usar un cebo dos veces de la misma manera[5]. Hoy, si Ulises vuelve a dejar un caballo de madera en las puertas de Troya, lo más probable es que los troyanos lo quemen directamente sin meterlo en la ciudad. El cebo es efectivo mientras respete la lógica paradójica; pero su repetición una y otra vez termina por convertirlo en lógica lineal, por lo que el enemigo será capaz de anticipar nuestras intenciones y no caerá en la trampa. Al contrario, ahora será él quien esté en disposición de tenderla.
No me gusta decir que invierto siguiendo al sentido común porque esto implica creer que mi contrapartida está actuando en su contra, de manera irracional. Esto es una asunción peligrosa. Cada vez que encuentro una oportunidad de inversión, en vez de correr hacia ella creyendo que el mercado se equivoca, pienso: ¿quién es el pardillo?, ¿por qué la contrapartida me ofrece esta oportunidad?, ¿cuál es mi ventaja?, ¿en qué me he equivocado yo y en qué se ha equivocado ella?, ¿cuál es el cebo? y ¿dónde está la trampa? Son precauciones previas que me permiten actuar con convicción a la hora de asumir un riesgo. El inversor que actúa de manera directa no se pregunta nada y asume, sin más, que es Sandokán y que su contrapartida es pan comido. Ignora que, con esa actitud, bailotea sobre un campo de minas.
La experiencia acentúa la desconfianza de los inversores veteranos, que aprovechan el comportamiento predecible de los novatos para vencerlos. Los inversores con heridas de guerra saben que en el mercado no hay premios, sino cebos; saben que para sorprender al rival es necesario emplear una lógica distinta que les vuelva impredecibles; saben cómo camuflarse, cómo ocultar sus intenciones y cómo aguardar su momento; saben que la única estrategia posible es la de la supervivencia; saben que, en el mercado, como en la guerra, todo va sobre el engaño[6]. Saben que el único inversor que sobrevive a largo plazo es aquel que, cuando aparece la muerte, le mira a los ojos y le dice: not today.
De estos temas, y de algunos más, hablé con Juan Such en el episodio 11 de su podcast Una vida invirtiendo. https://www.rankia.com/blog/such/4436871-jose-maria-diaz-vallejo-vida-invirtiendo-episodio-11-podcast-juan-such
[2] Spitznagel, M., (2013). The Dao of Capital: Austrian Investing in a Distorted World.
[3] Luttwak, E., (2002). Strategy: The Logic of War and Peace.
[4] Los rusos recordarán el flanco derecho de Napoleón en Austerlitz. https://bellumartishistoriamilitar.blogspot.com/2017/03/el-sol-de-austerlitz-la-gran-victoria.html
[5] Liddle Hart, B., (2019). Estrategia: el estudio clásico sobre estrategia militar.
[6] Sun Tzu, El arte de la guerra.