Acabo de leer una noticia sobre la comparación de las cifras de absentismo laboral entre la empresa pública y la empresa privada, y se me ha ocurrido que puede ser un buen indicador a la hora de invertir. Sin ánimo de ofender a ningún funcionario (entre los que se encuentran varios de mis familiares y amigos), hasta ellos mismos deberían reconocer que la forma en la que trabajan no tienen nada que ver con la empresa privada. Porque un funcionario cuenta con la seguridad de poseer un puesto que se ha ganado por oposición, lo que conlleva que su continuidad no se va a ver amenazada por nadie, ya trabaje únicamente por completar las tareas asignadas o se esfuerce por hacer un poco más de lo requerido. Y en hacer un poco más de lo requerido es en donde más diferencia puede existir, o, por llamarlo de otra forma, en el incentivo a trabajar u obtener un desempeño por encima de la media (tanto en cantidad como en calidad). Mientras que un funcionario va a encontrar poco beneficio económico por un desempeño superior a la media (su sueldo depende fundamentalmente del puesto/nivel obtenido en la oposición y de la antiguedad), en una empresa privada el desempeño por encima de la media puede conllevar ascensos y mejoras económicas. Puntualizar que, al analizar los datos de absentismo, pretendo poner el foco en el abuso de las bajas, ya que, en condiciones de igualdad, las bajas justificadas tanto en empresa pública y empresa privada deberían ser similares. Hasta donde sabemos, los funcionarios no son más propensos a contraer enfermedades que los no funcionarios, como tampoco sus períodos de recuperación tras enfermedad son más largos por genética. También puntualizar que, cuando hablo de encontrar beneficio en el trabajo me refiero únicamente a beneficio económico, sin entrar a valorar el beneficio personal o bienestar de quien desea hacer bien su trabajo y lucha día a día por mejorar su desempeño, sea funcionario o no.
El contar con menores incentivos a mejorar la situación laboral puede conllevar a que la motivación e interés sea inferior a quien sí cuenta con ellos, pudiendo darse el caso de que un funcionario considere el cumplimiento del horario de trabajo como un mero requisito para recibir el sueldo a final de mes, sin ninguna motivación adicional. Pero atención, que algo parecido también puede ocurrir en las empresas privadas en las que un trabajador ve que su desempeño por encima de la media no tiene ningún premio por parte de la dirección. Sin embargo, el premiar o no al buen trabajador no es algo estructural como ocurre en la Administración Pública, pues depende de la decisión que quiera tomar un grupo de personas con poder en la organización.
Pero es en la gestión y en el control que se hace del personal donde más diferencia puede verse entre la empresa privadas y las empresas públicas, y los datos de absentismo no hacen más que confirmarlo. Mi principal hipótesis, y creo que va en linea con el consenso general, es que el miedo a perder el puesto de trabajo por una baja hace que un trabajador de una empresa privada decida o bien no coger la baja, o bien reducir el mínimo posible los tiempos, mientras que en una empresa pública, donde el despido es prácticamente imposible, ese miedo es prácticamente inexistente. Esto mismo se puede corroborar revisando las estadísticas de los años de crisis y post-crisis. En los primero años de desaceleración, las solicitudes de bajas cayeron en picado, para verse incrementadas de nuevo al calor de la recuperación económica.
¿Y si pudieramos utilizar este ejemplo para clasificar empresas privadas en las que invertir? Desconozco si alguien ha publicado algún dato al respecto pero, si se llevase a cabo un estudio de absentismo que compare empresas bien gestionadas con empresas no tan bien gestionadas, ¿habría alguna diferencia en cuanto a las cifras de absentismo? Me aventuraría a pronosticar que si, que las empresas bien gestionadas cuentan con cifras de absentismo inferiores. También sería interesante comparar las cifras de absentismo de empresas familiares con empresas cuyo capital está más diseminado.
Supongo que os preguntaréis por qué llego a esa conclusión. Simplemente hago un razonamiento: cuando un empleado siente que su comportamiento, tanto positivo como negativo, va a ser evaluado por la dirección o por un jefe directo, y que va a tener consecuencias, ya sea un premio o un castigo, tratará de comportarse de la forma que más le pueda beneficiar o menos le pueda perjudicar. En este caso, tratará de reducir su tiempo de bajas al mínimo imprescindible, ya que abusar de ellas le puede penalizar a la hora de obtener un bonus, un ascenso e incluso ser despedido. Si, además, la dirección premia a los trabajadores que consiguen buen rendimiento, llevará a que éstos estén motivados y se esfuercen por lograr un desempeño excelente, con lo que también las bajas laborales y su duración se van a ver reducidas.
Es bien sabido en inversión que lo que hace más atractiva a una empresa familiar es que sus directivos se están jugando su patrimonio, y lo van a hacer con un horizonte temporal del largo plazo, que es el mismo que el del inversor en valor. Para poder incrementar el valor de su compañía año a año van a tener que cuidar muy bien sus inversiones, de la misma forma que van a tener que cuidar y controlar muy bien al personal que va a desarrollar la actividad de la empresa. ¿Que mejor síntoma de implicación de la alta dirección en la gestión diaria de la empresa que la supervisión del comportamiento correcto de los empleados? Una empresa donde hay poco absentismo es una empresa con alta productividad y mayor implicación de los empleados. También síntoma de que los empleados temen las consecuencias de no desarrollar comportamientos laborales adecuados, lo que refuerza la idea de que hay directivos velando por que todos los aspectos de la empresa funcionen correctamente. Aunque sólo sea por el temor a un castigo, al menos los empleados tienen un incentivo para hacer las cosas de forma correcta, pese a que lo ideal sería ese mismo esfuerzo pero para obtener una gratificación. Este sentimiento es casi inexistente en la empresa pública.
Con esto no quiero decir que empresas con poco absentismo son las ideales. Para nada. Mucho más importante es comprobar que la empresa cuenta con ventajas competitivas o una buena posición en la cadena de valor, pues sabidas son las palabras de Warren Buffet de que prefiere invertir en empresas "tan simples que hasta un tonto pueda gestionar". Habrá empresas cuyos directivos no tengan intereses alineados con los directivos, que permitan abusos del personal por falta de control, que dilapiden dinero en inversiones arriesgadas y poco rentables, y que aún así sean magníficas inversiones por su insuperable ventaja competitiva. Pero si de valorar a los gestores y propietario sse trata, creo que puede ser un buen indicador para intuir cómo de implicada está la dirección en que la empresa y sus trabajadores se comporten de la forma correcta para sacar la máxima rentabilidad a la actividad que desarrolla.
Volviendo a la comparación empresa pública vs. empresa privada, decir que el estado no tiene competencia en el mercado por parte de ninguna otra empresa, ni siquiera su desempeño se mide en términos de rentabilidad, hecho por el cual puede tolerar esas tasas de absentismo sin que se vaya a la quiebra. Pero pensemos lo poco que duraría un modelo de funcionamiento de este tipo en un mercado libre en el que empresas competidoras pudieran desarrollar su misma actividad con el doble de productividad. El mismo razonamiento se puede trasladar a las empresas privadas. Aquellas con altas tasas de absentismo, comparadas con empresas de similares características en las que el absentismo esté controlado, van a desarrollar una productividad peor, por lo que serán menos rentables a largo plazo.