Sus derechos son suyos, señor Bacalo, los míos son míos.
Yo desde aquí le reconozco el derecho a disponer como le venga en gana de sus propias obsesiones. Pero le repito que a mi no me puede obligar a compartirlas con Vd. Y me parece que no es de recibo que tire la piedra para ver si le secunda algún troll y luego se esconda como si Vd. no tuviera nada que ver. Si tiene Vd. información reservada sobre cómo se va a resolver esta crisis, estoy seguro de que miles de personas le agradecerían que la publicara. Ahora, si lo que quiere es marear la perdiz, allá Vd.