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vivienda
Más de la mitad de los pisos en alquiler de Cantabria y Vizcaya no fueron ocupados en julio
Los nuevos hábitos de vacaciones priman las estancias más cortas en hoteles y la diversificación de los viajes a lo largo de todo el año
M. F. VALLEJO / C. BENITO/BILBAO
NOJA. Los carteles de 'Se alquila' no escasean este año en las ventanas del municipio cántabro. / FOTOS: PEDRO URRESTI
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Los alquileres de pisos de veraneo en el litoral de Cantabria y Vizcaya están de capa caída. Hace dos años las inmobiliarias echaron la culpa al mal tiempo. El pasado verano pensaron que el chapapote que arribaba a la costa del Cantábrico había arruinado la temporada. Estas vacaciones están convencidos de que el bajón en los alquileres no tiene vuelta atrás y responde a cambios en los hábitos de los usuarios y a la cada vez más frecuente compra de segundas viviendas.
El pasado mes de julio no se llenó ni la mitad de los pisos que se pusieron en alquiler en Laredo, Noja o Castro Urdiales, residencias habituales de los vizcaínos en julio y agosto. En otros pueblos costeros de veraneo, como Lekeitio o Sopelana, se quedaron también vacías más del 50% de las viviendas en alquiler. Las inmobiliarias calculan que durante este mes de agosto la demanda subirá, pero aun así sólo se logrará alquilar el 60% de las casas ofertadas, según las previsiones más optimistas.
Los responsables de las oficinas de alquiler en la costa del Cantábrico coinciden en que la razón fundamental de esta crisis es que han cambiado las modas de vacaciones. «Antes las familias alquilaban el piso uno o dos meses y se pasaban aquí el verano. Ahora prefieren fraccionar los períodos de vacaciones. Van una semana a esquiar, otra semana compran un paquete a Canarias o el Caribe, otros días están en el pueblo de los abuelos y, si acaso, se deciden a pasar una semana en Cantabria. La gente se mueve mucho más», señala Luis Diego, de la inmobiliaria Diego, de Laredo.
«Los gustos han cambiado. La gente prefiere ver nuevos sitios, investigar, moverse. Una semana aquí, otra allí», coincide la responsable de una oficina inmobiliaria de Lekeitio, que en julio no logró alquilar ni la mitad de sus viviendas y que la proxima temporada dejará esta actividad para centrarse en la venta.
De hecho, estas oficinas que gestionan los apartamentos de veraneo reciben cada vez más peticiones de alquiler por una semana e incluso por cuatro o cinco días. «Los dueños de las casas no quieren. No les compensa. Tienen que cambiar sábanas, hacer limpieza, pagar la comisión...Y les rompe la posibilidad de alquilar una quincena o el mes completo», añade Diego.
Aitites, padres e hijos
De las 2.600 viviendas de Plentzia, la mitad corresponde a no residentes. Su alcalde, Nicolás Oñate, ha vivido el cambio de hábitos de veraneo. «Antes se alquilaba durante tres meses, desde que acababa el colegio hasta septiembre. Ahora son veraneantes de 15 días. Y las viviendas se llenan con más inquilinos. En un piso entran aitites, padres, hijos, primos... Lo notamos en los coches que hay en el pueblo. Cada vez más. ¿Hasta cuatro coches por vivienda!», comenta el regidor de este municipio, que multiplica por cuatro su población en verano.
Cada vez hay más familias que adquieren una segunda vivienda , y esto ha sido la puntilla para este sector. «Al que le gusta venir a Noja, por ejemplo, puede empezar alquilando pero acaba por comprar. Y en los últimos años se ha registrado un crecimiento fuerte en las ventas, lo que lógicamente ha afectado a los alquileres», dice el portavoz de la oficina de Turismo de Noja.
Eso sí, esta crisis del alquiler no significa que lleguen menos turistas. Los hoteles y, principalmente, los agroturismos rozarán el lleno este mes. «Tenemos más gente que nunca, pero vienen una semana y prefieren una casa rural o un hotel», añade el portavoz de la oficina de turismo cántab