Sobre Grecia, el Euro, y ¿Quién rescatará a los rescatadores?
Grecia, hubiese estado ya en “banca rota”, de no haber sido por el apoyo de los estados miembros de la Unión Europea y del FMI. Aparentemente, según noticias televisivas escuchadas, Grecia precisará entorno a 135 mil millones de Euros para poder afrontar los pagos de los próximos 3 años. Son primeros datos informales. Los ciudadanos griegos deberán empobrecerse sustancialmente recortando sus sueldos, incrementando la fecha de jubilación, incrementando el IVA, etc. Es el resultado de tener una moneda única entre estados en los que las estructuras económicas y crecimientos ni van al unísono ni son igual de fuertes. Esto conduce a que con el paso del tiempo necesariamente haya países ricos y países pobres dentro de la Unión Europea. Los países pobres son aquellos que necesariamente se endeudan para cumplir paulatinamente con sus pagos hasta que llega un momento en el que no pueden cumplir con sus obligaciones, como ha ocurrido en el caso de Grecia.
Ya hemos podido comprobar, que los gobiernos no pueden permitirse dejar quebrar a la banca, ayudándolos hasta tal punto, que antes de que entre en quiebra un banco sea este nacionalizado por el gobierno para que no “cunda el pánico”. Con Grecia ocurre más de lo mismo, indirectamente se está apoyando a aquellos bancos que han prestado dinero a Grecia habiéndolo obtenido al 1% del BCE y colocándolo en deuda griega muy por encima de este tipo de interés. Negocio redondo y sin riesgo ¡aparente!, al menos eso pensaban, pero a Grecia no se la puede dejar quebrar porque si no pudiere hacer frente a su deuda, ello repercutiría nuevamente sobre los bancos que han colocado su dinero en la deuda griega y tendrían que salir nuevamente al rescate de bancos. La solución más económica es ayudarles con nuevos créditos, pero eso sí, garantizándose que con el paso del tiempo y tras las medidas impuestas puedan hacer frente a todos sus compromisos. Proteger la fortaleza del Euro también es otro motivo, pero sinceramente no sabría decirle cual de ellos prevalece. Quizás los dos sean necesarios.
Francia tiene algo más de 50 mil millones, Alemania entorno a los 35 mil millones en deuda griega. Lo curioso es que la casi totalidad de los 35 mil millones que tiene Alemania invertida en deuda griega proviene de dos bancos que fueron salvados con grandes cantidades de dinero estatal y tuvieron que ser nacionalizados. Por lo tanto, dejar quebrar a Grecia supondría una pérdida de la cifra mencionada, y que tendrían que pagar las espaldas de los ciudadanos alemanes. Ahora, posiblemente y para los próximos tres años, la aportación a Grecia que corresponde a Alemania será entorno a los 32 mil millones, según las voces que se escuchan pues creo que aún no hay nada concreto ni aprobado.
Pero, por todo lo comentado, creo que a Grecia se le apoyará siempre que pueda salir de su atolladero y pueda cumplir con sus obligaciones futuras. Al menos eso espero, por bien de todas las partes.
En Alemania, como en otros países, lo que se preguntan todos los ciudadanos, es si el rescate o pago recae sobre sus hombros. La respuesta es que en un principio no es más que un crédito otorgado por el gobierno, avalado por el ciudadano eso sí. Es decir, solo en el supuesto de que Grecia no pudiese, tras la ayuda prestada y las modificaciones estructurales tomadas, siguiese sin poder hacer frente a sus obligaciones, es cuando el préstamo realizado recaería sobre el ciudadano de a pié. Estoy poniendo el caso alemán, pero no creo que sea distinto del caso español o del de otros países que apoyarán a Grecia en este trayecto.
Estamos notando en propias carnes, que la quiebra de un Estado no atañe exclusivamente a mercados emergentes y que puede ocurrir en nuestra Europa desarrollada. Que el tipo de interés ofrecido por la deuda gubernamental no es realmente “un tipo de interés sin riesgo”. El inversor de perfil conservador, es el más susceptible de opinar que la deuda del estado no conlleva riesgo, y ello le puede llevar a sufrir grandes pérdidas.
Acabamos de asistir desde primera fila como quiebra un país: teniendo un elevado endeudamiento, unido a un inicio de pérdida de confianza del inversor. Combinación mediante la que se pone en duda la capacidad de un determinado gobierno de hacer frente el pago de las futuras obligaciones.
Cuando ambos elementos acontecen al mismo tiempo, la rapidez con la que un estado puede quebrar es asombrosa. El caso griego es un buen ejemplo de ello. Los inversores inseguros venden su deuda, lo que hace caer la cotización de la misma, lo que a su vez repercute elevando el tipo de interés por las nubes. Curiosa divergencia, precisamente cuando un país está en situación de quiebra latente y precisa financiarse, es cuando más caro le supone financiarse dado que los tipos de interés se le suben por las nubes. Ello supone ajustarse aún más el cinturón (derivado de la nueva deuda contraída al tipo de interés por las nubes) de lo que ya de por sí tendrían que ajustárselo para poder hacer frente a los pagos derivados de la deuda previa contraída, lo que a su vez hace dudar aún más al inversor sobre la capacidad de pago del gobierno del estado. Esto a su vez hace que otra tanda de inversores vendan su deuda, caigan nuevamente las cotizaciones, y suban nuevamente los tipos de interés. Un circulo vicioso que una vez entre en marcha es casi imposible pararlo.
Este circulo vicioso, ha permitido que el tipo de interés de la deuda griega en las últimas semanas haya subido de un 5% a un 18%. Pagar a un tipo de interés tan alto no se lo puede permitir ningún país de la Unión Europea, ni siquiera Alemania. En una situación así, una quiebra es inevitable, salvo que vaya al rescate la Unión Europea y el FMI con un paquete de medidas y actuando de forma rápida, pasos que están siendo dados y que solo el futuro nos dirá hacia dónde nos dirigen tales actuaciones.
A la vista de los acontecimientos, no es de extrañar que muchos ciudadanos duden y se pregunten si un país como Grecia puede quebrar, y que es lo que puede ocurrir con otros candidatos puestos en el punto de mira como Portugal, Irlanda o España.
¿Piensa usted que no le incumbe porque tiene sus ahorros a buen recaudo en una cartilla o cuenta corriente, en deuda del estado o en un seguro de vida? ¿o quizás porque piense que la Unión europea ya lo arreglará todo, ya que el ciudadano alemán avalará cualquier caso con ayudas multimillonarias que se le ponga en el camino?. ¿Sí?
Pues puede que tenga razón, pero en ese caso, en algún momento dado, seguro que terminaríamos preguntándonos: ¿y quien acabará rescatando los rescatadores?; pues países como Francia o Alemania, capaces de actuar actualmente como rescatadores de países con dificultades en el marco de la Unión Europea, se han endeudado el año pasado considerablemente debido a la crisis financiera. ¿Cuándo llegará el momento en el que los inversores se pregunten si estos países, considerados actualmente como seguros, pueden hacer frente a sus compromisos de pago?. Bueno, en un supuesto así, no quiero ni pensar cual sería la situación de los demás países de la Unión.
Conforme los inversores se vayan haciendo paulatinamente y con el tiempo esta pregunta, los más amenazados son quienes creen que su dinero está puesto a buen recaudo, pues en el momento que los inversores lleguen a la conclusión de que Alemania se tiene que estirar para poder hacer frente a sus obligaciones, y que al inversor le es insuficiente percibir un miserable 3% por asumir tan alto riesgo, podría activarse el circulo vicioso también aquí.
Es evidente, que actualmente no es previsible ni que el tipo de interés suba al 18% como en Grecia ni que exista una amenaza de quiebra del estado Aleman, pero tampoco es preciso un acontecimiento de esta magnitud como para que el inverosr que cree tener seguros sus ahorros obtenga grandes pérdidas. Con tan solo una pequeña pérdida de confianza, derivada de la situación actual en los mercados, podría hacer que inversores en nuestro propio país comenzasen a retirar su deuda estatal y causar un movimiento del tipo de interés al alza. Con tan solo duplicarse el tipo de interés en Alemania, y pasar de un 3% a un 6%, se duplicaría la carga de intereses a pagar.
Una subida de tipos de interés, y su consecuente caída de la cotización de la deuda, conllevaría a unas amargas pérdidas en fondos de inversión de renta fija, a quienes dispongan de activos de renta fija, así como a personas que hayan contratado seguros de vida.
Resumiendo:
Puede que la crisis de endeudamiento griega, o incluso un posible efecto dominó sobre las finanzas estatales de Irlanda, Portugal y España, no pongan en aprieto a Alemania, no tiene por qué pasar, pero tampoco hay que descartarlo. En un escenario así, un buen refugio lo proporcionaría ser poseedor de propiedades (acciones, inmuebles, oro) y divisas fuertes distintas al Euro.
Saludos cordiales,
Valentin
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