Quienosepaga, tu impresión es equivocada.
Estuve de paso en Buenos Aires un día y medio, en el otoño del 2003. Me llamaron extraordinariamente la atención tres cosas:
1.- La gran cantidad de negocios dedicados a la compraventa de oro, con anuncios en sus frontales del tipo: "Compramos todo tipo de alhajas en oro..."
2.- En muchos comercios, bajo el precio de venta de cada producto, se indicaba de forma sistemática cuánto tocaría pagar mensualmente (cantidades que a mí, siendo en aquella época mileurista, me parecían ridículas), durante x meses, siendo x muy grande. Y no estoy hablando de bienes de consumo de precio elevado. Te encontrabas una simple plancha o una cafetera con cartelitos como ese.
3.- Y lo más sangrante: Familias enteras (abuelos, padres y niños) haciendo espectáculos en la calle (mimo, música, teatro, payasos, humor,...) y pasando el sombrero al público arremolinado a su alrededor. Se veía a leguas que se trataba de gente de clase media venida súbitamente a menos, con cultura, educación,... y que incluso en esas circunstancias trataban de mantener su dignidad. Sus rostros transmitían una gran tristeza y desesperanza. Me produjo una gran conmoción encontrarme con esa realidad. La pobreza se sobrelleva mucho peor cuando uno no ha sufrido nunca grandes penurias económicas y se encuentra de repente en la miseria.