Como he dicho a mi el "corralito" no me afectó directamente, pero si que lo viví de cerca porque mi familia política es porteña (de Buenos Aires).
El corralito se inició en diciembre de 2001 y se endureció en enero de 2002, y yo viaje a BsAs en junio de ese año. Pude constatar, hablando con mi familia y amigos, lo duro que resulta levantarse un día y descubrir que todos tus ahorros han sido confiscados por el Estado (de hecho era la tercera confiscación de fondos que vivían los argentinos a lo largo de su historia, pero esta fue la de mayor envergadura), no tenían dinero para casi nada, ya que solo se podía disponer de unos pocos pesos al día.
La pobreza y la mendicidad aumentaron increíblemente en poco tiempo. Ante la escasez de efectivo empezaron a florecer mercados del trueque, donde a cambio de algún bien o servicio obtenías otro bien o servicio... Evidentemente la picaresca tardó muy poco en filtrarse en estos mercados y hacerlos inviables.
La clase media se hundió y, sobre todo, despertó de golpe del sueño en que habían vivido durante la década anterior. Ya no eran ricos, o mejor dicho, se dieron cuenta que nunca lo fuero pero que estuvieron viviendo como si lo fueran (esto es algo que también ha pasado en España en los últimos años). La indignación llegó a máximos y las manifestaciones eran constantes: caceroladas, ataques a entidades bancarias, cortes de carreteras, y todo al grito "que se vayan todos" (se referían a los políticos, claro). Podría recordar algo a lo que pasa en España, la diferencia es que allí se movilizó masivamente la clase media (los grandes perdedores de la situación) y que, además, hubo muertos.
Puede que yo no notara tanto la sensación de desanimo y hundimiento del país porque era la primera vez que iba -para mi todo era nuevo-, pero para mi pareja, que llevaba 10 años fuera de su país, el shock fue muy fuerte: ver a sus familiares y amigos en esa situación le impactó hasta el punto de querer quedarse con los "suyos" (ese espiritu fatalista y trágico que tienen todos los argentinos en el fondo de su alma, je, je, je).
Con esto quiero transmitir que en caso de crisis lo peor, lo más duro, a parte de la posible perdida económica, es el hundimiento moral de toda una sociedad, el desanimo colectivo, la desesperanza, el despertar a golpes a una nueva realidad que parecía imposible... Pero de todo se sale. Y Argentina salió.
Al final el corralito se levantó, en diciembre de 2002, y se recuperó parte del dinero depositado en los bancos. Digo parte porque en Argentina era, y es, habitual tener depósitos en dólares. Estos depósitos se pesificaron por decreto (se pasaron a la moneda local) y se aplicó, también por decreto, un cambio muy perjudicial para los ahorradores. Se ha de recordar que antes del corralito 1 peso valía 1 dólar, al final los depósitos se acabaron pagando a casi 4 pesos por dólar, pero con la inflación y la devaluación del peso se perdió dinero.
Durante la década de los 90, Argentina fue el alumno predilecto del FMI, era el ejemplo a seguir, se ponía al país del Río de la Plata como modelo... En realidad las formulas del FMI, junto con la corrupción galopante de esa época, llevaron al país a la ruina y a la destrucción de su tejido industrial.
El inicio de la recuperación del país empezó cuando un nuevo gobierno, elegido en 2003, dio un giro a la política económica, cuya máxima expresión simbólica llegó el 15 de diciembre de 2005 cuando se anunció, en un mensaje televisado a todo el país -al mejor estilo peronista-, la cancelación de la deuda que Argentina mantenía con el FMI (la bestía negra del país). Pero esto ya es otra historia.
Saludos, y lamento una vez más el "tostón"