Mi triste historia en el banco "de mis amores"
Felizmente han transcurrido ya bastantes años desde que, no sé si por suerte o por desgracia, aprendí en propias carnes cuál era la verdadera cara de un gran Banco por dentro, ese que patrocina a Fernando Alonso o que está cobrando por la deuda de Brasil los intereses más altos del mundo.
Sólo después de conocerlo bien, no pueden sorprenderme los ingentes beneficios obtenidos, año tras año, a través de su extensa red de sucursales y "quema" personas que tiene por todo el país y a través de su consolidada unidad de negocio internaciuonal.
Aparte de mi opinión personal sobre el negocio bancario y el origen de todo este tinglado (si alguno está interesado puede mandarme un privado), quiero contaros algunas prácticas que a mí me marcaron muy especialmente, hasta el punto de negociar, de motu propio,la salida de la entidad, donde todo hay que decirlo, hay grandes personas y donde yo he tenido la suerte de contar con excelentes compañeros.
Lo que más me ha marcado de todo, es el desprecio con el que esta entidad (y supongo que todas o casi todas las que son como ella) trata a sus trabajadores, a quiénes a cambio de un sueldo y creo que seis pagas y media de extras (al menos entonces),explota y socava la misma vida de sus directivos y responsables financieros, a menos que se conviertan en sus "perritos falderos",provocando un altísimo porcentaje de bajas por depresión.
Especialmente sangrante fue asistir, en una reunión de zona, al vapuleo sistemático de que fue objeto un director de sucursal por el terrible delito deno haber podido alcanzar tres meses consecutivos los objetivos “imposibles” que se le habían impuesto a su oficina: se le gritó delante de 35 directores y gestores de empresa y banca de particulares, se le amenazó con degradarlo de categoría, e incluso se le dijo que podría enviársele al punto más alejado de su destino. La edad del así tratado eran 42 años, un hombre que con su edad, no pudo reprimirse y se echó a llorar. Nunca he olvidado semejante humillación.
Los objetivos impuestos a cada oficina son “imposibles”, y lo saben, pero presionando hasta exprimirte, consiguen que casi lo logres, y así sucesivamente.
“Si no dejas a un lado las emociones y los sentimentalismos, nunca llegarás lejos en esta empresa”, palabras pronunciadas por el entonces mi director tras visitar a un matrimonio joven ahogado por las deudas, cuya esposa, aquella noche de invierno, lloró amargamente cuando supo que podía perder su casa. Personalmente, llevaba tan sólo dos meses en dicho banco.
Para ahorrar costes, si la sucursal era unipersonal, sí unipersonal, si sobrepasaba el “encaje de caja” en una cantidad que no rentabilizase llamar a la empresa de seguridad para trasladar el excedente, tenías que hacerlo tu mismo en tu propio bolsillo, mirando al salir si alguien te vigilaba y asumiendo el riesgo de un posible accidente o atraco, =qué hubiera sucedido entonces? Personalmente, fui protagonista, muchas veces de semejante desatino.
También padecí un “jefe” de zona capaz de decirme que, en unos días llamaría para saber si el objetivo estaba o no cumplido y que tendría que estarlo aunque para ello hubiera robado, engañado, o f......a la mujer, eso para él era válido siempre que el objetivo se consiguiese, un tipo sin maneras ni sin formas que sólo aprensió a tratarme con respeto cuando le paré los pies chillando más que él.
También presencié como un jerifalte de personal, que se enorgullecía de estar en tres ciudades diferentes del país cada día, dijo a un compañero recién casado en una reunión zonal que “si quería hacer carrera en el banco, debería olvidarse de tener una familia e incluso un recién nacido”, el Banco lo era todo y las migajas para aquella.
Y, para qué hablar de la utilización de toda clase de “engaños”, argucias y vericuetos de los más variado para captar el pasivo de agricultores, pensionistas, y gente en general, sin escrúpulos de ningún cariz.
Creo que, si tienes una ética, no puedes resistir fácilmente un tormento semejante, razón por la cual cuando, gracias a Dios, abandoné la entidad, la práctica totalidad de mis compañeros me confesaron que sentían envidia no tener ni la edad ni mis posibilidades personales para hacer lo mismo.
Hablo del Banco que conozco por dentro, aunque mucho me temo, por las muchas cosas que me han contado que, en el esto de entidades, debe de suceder tres cuartos de lo mismo, pero ésa, es otra historia.......
Continuará.