Ayer me reuní con el alcalde y dos concejales. ïbamos la presidenta y yo, en representación del AMPA del colegio (antiguamente, APA). El alcalde, bien vestido, acompañados de una mujer (tengo buena relación con ella) y un hombre (le conozco de hace años, era el que daba las citas en el consultorio y ahora es concejal de sanidad).
Pues el alcalde hablaba más conmigo (secretaria del AMPA) que con la presidenta. Me ponía a prueba. Empezamos a calcular gastos de autobús, cogí una hoja. Los otros dos concejales usaban la calculadora mientras yo intentaba hacerlo de cabeza.
[Yo soy de letras no es una excusa. Yo siempre he dado clases particulares, y procuré no descuidar las matemáticas. Me gustan las ecuaciones, la trigonometría y realizar gráficas. En un test de inteligencia que hicieron en el instituto privado al que fui 2 años (era horroroso, de monjas), salió que yo tenía una capacidad de imaginación espacial muy alta, y en la lengua y lenguajes, aún más alta. Elegí letras porque me chifla aprender idiomas. Pero siento que he ido perdiendo, a pesar de todo, mis matemáticas.]
El caso es que si él tiene capacidad retórica, como todo buen político, yo estudié en mi carrera, entre otras cosas, el arte de la persuasión. No soy una experta, al contrario, tengo los conocimientos, y ayer me dí cuenta por primera vez de cómo conseguir ponerlos en práctica en mi propio beneficio.
El caso es que si todo va bien, el lunes habrá servicio de autobús escolar para infantil (3-4-5 años)
Y si no es en una semana, en dos, pero yo cuando quiero algo lo consigo sí o sí. Tan sólo espero no ponerme enferma
Un besazo, Mar, te echaba de menos, majo.