No te extrañe mi optimismo. Sin duda siempre he sido así. Intento ver la cara buena de las cosas. Creo que de toda experiencia, por negativa que sea, se puede aprender algo positivo, aunque solo sea no volver a caer en lo mismo.
He pasado dos años muy negros, no grises, definitivamente negros. Como jamás me habría imaginado de antemano, me sumí en una tristeza, que no me atrevo a llamar depresión, pero era lo que más se parecía a esta situación.
Afortunadamente, lo que no mata, engorda, y el tiempo lo cura todo, aunque los recuerdos vuelvan y en ocasiones, te veas presa de nuevo de la indignación y de la impotencia. Pero hay que seguir luchando, luchando por salir adelante y llega un día, inesperado pero llega, en el que te das cuenta que lo peor ya ha pasado -en lo que se refiere a tu situación personal, no hablo de la crisis económica mundial, que ésta no sé ni en qué etapa se encuentra-, y entonces empiezas a sonreír y a ver la vida de otro color...
Ahora vivo en el Sur de la Comunidad Valenciana, dónde la luz se hace patente cada mañana. Es despertarse con pajaritos, abrir la ventana y los rayos de sol acariciarte como diciéndote: "¡Buenos días!". Realmente es un vergel... Pero aunque resulte increíble, muy de vez en cuando, cuando llueve, me encanta salir y dejarme acariciar por el agua, que aquí el campo la agradece y yo, casi más.
Un saludo cordial
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.