Buenas,publicado en expansión:
Durante muchos años el principal foco estratégico de Repsol ha sido crecer en el negocio upstream (exploración y producción) para reducir su vulnerabilidad a las fluctuaciones del negocio downstream (refino y marketing), fuertemente dependiente de los márgenes de refino. La gran paradoja es que cuando en 2014, tras escapar de la trampa de YPF, el grupo dio el gran salto en upstream con la compra de Talisman (perfeccionada en 2015), endeudándose fuertemente, el precio del crudo se desplomó, arrastrando a la compañía a pérdidas aunque todavía aguantando el tipo gracias a los excepcionales márgenes de refino del año pasado.
Los resultados de Repsol en 2015 reflejan esta paradoja: pérdidas de 909 millones en upstream (que comparan con beneficios de 589 millones en 2014), compensadas por la buena evolución downstream, cuyo resultado neto crece un 113% hasta 2.150 millones de euros, beneficiado por un margen neto de refino de 8,5 dólares por barril (4,1 dólares en 2014), en máximos históricos. En conjunto, y tal como adelantado hace semanas, Repsol perdió 1.227 millones de euros en 2015 que incluyen dotaciones extraordinarias de 2.957 millones por la caída del precio del crudo. El resultado neto ajustado antes de provisiones y de ajustes por inventarios es de 1.860 millones, un 9% más que en 2014, y el ebitda a coste de reposición cumple la guía adelantada por la compañía en octubre: 5.013 millones, un 5,6% más. El flujo de caja operativo después de circulante alcanza 5.414 millones.
Hoy por hoy Repsol es un barco navegando con un motor parado y con el otro a pleno pulmón, y el oleaje es violento. Las preguntas del millón son dos: ¿Cuánto tiempo seguirá parado el motor upstream, consumiendo caja, y cuánto tiempo podrá operar a pleno rendimiento el motor downstream? Estas dos preguntas admiten respuestas de todo tipo pero ninguna conclusión. El plan estratégico de Repsol presentado en octubre -que consideraba un precio de crudo de 65 dólares en 2016- ha quedado obsoleto, con precios en la actualidad en el entorno de 35 dólares, también por debajo del test ácido de octubre de 50 dólares. Es cierto que muchos analistas y países productores apuestan por un alza de precios hacia zonas de 70-75 dólares, pero eso está por ver. Por ello, en el momento actual lo único que cabe es evaluar la respuesta dada por Repsol a una situación muy compleja que pudiera evolucionar a mejor o convertirse en una tormenta perfecta si los márgenes de refino bajan (en este sentido, el margen en el cuarto trimestre respecto del tercero ha caído desde 8,8 a 7,3 dólares por barril).
La situación de partida es delicada: deuda neta de 11.934 millones, equivalente a 2,4 veces el ebitda, con las agencias de rating merodeando para bajar la calificación debido al deterioro en upstream. Las palancas de la compañía para afrontar la situación son cinco, tres ya en marcha -que denotan claridad de ideas y eficiente ejecución--, y dos en la recámara. Las tres primeras son la reducción de costes operativos (identificados 1.100 millones/año), el programa de desinversiones (identificados 6.200 millones en 2016-20), y la reducción del 35% en el capex para dejarlo en un volumen anual de 5.000 millones, pero con un recorte adicional anunciado hoy de 1.800 millones en 2016-17. Y las dos palancas extraordinarias son la reducción o cancelación del dividendo, de la que la parte de caja, por ser dividendo flexible, suma 500 millones, y la venta de parte o la totalidad de la participación del 30% de Gas Natural, valorada hoy en Bolsa en 4.600 millones y que da un gran apoyo a la cuenta de resultados del grupo vía beneficios por puesta en equivalencia (453 millones en 2015). Respecto de lo primero, la compañía ha anunciado hoy un dividendo complementario de 0,30 euros, con lo cual el dividendo, incluido el flexible, pasa de 1 a 0,766 euros, una medida sin duda prudente. Una sexta palanca, hoy no contemplada, sería una ampliación de capital.
En suma, una situación compleja que está llevando a las compañías upstream al límite y que nadie o casi nadie previó (esto, ya lo sabemos, ocurre en la mayoría de coyunturas bajistas). Por el momento, Repsol cuenta con reservas suficientes para continuar navegando en la tormenta y ha reaccionado con agilidad y decisión al nuevo escenario, pero los destrozos son importantes. Desde el máximo de los últimos doce meses la acción ha perdido un 51%.