Yo todavía, después de haber estado observando los mercados durante año y pico –el tiempo que hace que fui consciente de que recaía sobre mis hombros la tarea de tener que aprender a gestionar una cartera familiar tan importante como dejada de la mano de Dios- la verdad es que no sé cómo se llama el sistema que sigo. Tampoco es que me importe.
Después de un tiempo prudencial leyendo y haciendo demos, hace unos quince días empezaron a entrar las órdenes que tenía puestas, con mi propio dinero. Y poquito, pues me considero en fase inicial de aprendizaje. Tendré que aumentar mis volúmenes para confirmar que la línea seguida es correcta. Algo del todo necesario antes de considerarme en condiciones de empezar a meterle el diente a la cartera gorda familiar.
Junto a la filosofía value que trato de asimilar, el análisis de esa cartera familiar de muy largo (treinta años a veces) creo que me está marcando algunas pautas: tenemos ferroviales compradas a 6,105 y enagases a 7,610. En cambio, los supuestos blue chips, las telefónicas, las Repsol, los Santander y los BBVA están, cuando no en pequeñísimas pérdidas, en magras ganancias; sin haber compensado apenas la inflación.
Conclusión que saco: los valores mediáticos y de mayor capitalización bursátil sirven para especular a medio plazo, pero el valor a largo -la inversión genuina, la capitalización de empresas excelentes- no se encuentra en ellas. Las verdaderas joyitas a largo son más discretas, menos dependientes de modas y de regulaciones, con gestores más prudentes y capaces de anticiparse a los ciclos. Una vez seleccionadas, miro sus gráficos a diez años y trato de buscar niveles de entrada que parezcan casi inalcanzables por pesimistas. Pongo la orden y a partir de ahí me siento a esperar. En principio, para no plantearme siquiera vender. Defino y apunto mi decisión y la mantengo. A sangre fría.
Pero lo mismo tienes razón y tengo que aprender a ser algo más flexible. Gracias por la aportación.
Lo de aprender a salir lo voy a ir haciendo con la cartera familiar, para rehacerla casi por completo. Y procuraré hacerlo con idéntica disciplina, pero sin olvidar tampoco tu visión, sobre todo en ciertos valores, esos supuestos blue chips comprados a destiempo y no vendidos en su momento.
Lo que tengo claro es que nunca dejaré -como los dejaba mi padre- estos asuntos en manos de terceros. Y menos de ningún banco.
Suerte a ti también. Y nunca dejes de aprender.