Re: Abengoa levanta el vuelo
Hubo una época en la que en Sevilla si te contrataban en Abengoa era casi como si te hubiera tocado la lotería. “Te podían llamar de Telefónica, de la Cruz del Campo, de la Sevillana de Electricidad, pero Abengoa era Abengoa, eso era el Gordo”. A mediados de los 70, la empresa fundada por el honorable Javier Benjumea Puigcerver, era una potente empresa con proyección nacional donde quien entraba se sentía parte de una gran familia. “Éramos una familia de verdad”, narra alguien que ha dedicado 40 años de su vida a esta empresa. “Teníamos de todo”, añade otro compañero que cuenta casi con los mismos trienios en la compañía cuyo hundimiento ha conmocionado esta semana la economía española en general y andaluza en especial.
“Teníamos economato, íbamos todos los compañeros al club deportivo de Gelves, a mis niños le traían sus Reyes en la empresa y si querías comprarte un frigorífico la empresa te ayudaba y después te iba poco a poco descontando el dinero de la nómina”, prosigue otra de sus jubiladas. “Don Javier”, siempre con el don por delante, “era un señor. Sus hijos son otra cosa”. “Se sabía perfectamente quién mandaba, se respiraba, pero no nos lo tenían ni que decir. Otros tiempos”, apostilla otro compañero. Todos han recorrido las distintas instalaciones de la empresa en la capital andaluza y se han despedido en el complejo de Palmas Altas, bautizado como ‘Palmatraz’ por los trabajadores, quemados por una política de recursos humanos que califican entre “represiva” e “inhumana”. “Nos vendieron un modelo de trabajo a la europea pero el caciquismo ha estado más presente que nunca en los últimos años”, asegura un economista empleado de la casa. Entre los empleados el nombre más repudiado es el de Álvaro Polo, director de recursos humanos. El más alabado, sin duda, el de José Domínguez Abascal, flamante presidente ejecutivo.
Reunir a un grupo de jubilados de Abengoa en Sevilla es fácil. Que quieran hablar con nombres y apellidos es casi misión imposible. La mayoría tiene hijos o familiares directos empleados en la compañía. Hubo un tiempo en que se aplicó esa política de recursos humanos. Había promoción interna y formación, esto último sigue cuidándose y mucho en la que ha sido, de lejos, la firma más innovadora de Andalucía. Después, cuentan, “ha habido mucho enchufado, muchos cargos intermedios designados por su apellido o por su relaciones sociales que han hecho mucho daño”