A mi siempre me ha gustado la práctica del deporte, no el deporte como espectáculo.
Dicho eso, a mi entender, las olimpiadas son una auténtica "boutade", una prostitución de lo que para mi debería ser el espíritu deportivo.
Todo empezó cuando un señor llamado Samaranch, auténtico camaleón, oportunista como pocos, y que, los que ya tenemos edad para ello,vimos abrazado entusiásticamente al fascismo, ocupó la presidencia del Comité Olímpico y desde una lujosa suite de uno de los mejores hoteles de Lausana empezó a convertir las olimpiadas en el espectáculo grotesco en que se han convertido y, de paso, llenándose sus ya repletos bolsillos y los de sus amigos.
Samaranch se cargó, sin ningún escrúpulo, el carácter amateur de los juegos y, con ello, todo el espíritu olímpico y convirtió las olimpiadas en lo que son hoy, una máquina de hacer dinero, enriquecer a unos pocos y dejar deudas millonarias a los contribuyentes.
Que Madrid, y España detrás, con la deuda que arrastran tanto una como la otra, presentasen esa candidatura y dilapidasen miles de euros en fiestorras, me parece un despropósito y una inmoralidad.