CaixaBank se sacudió un 2,07% del capital de Repsol el pasado marzo, cuando amortizó de forma anticipada un bono convertible que estaba vinculado a las acciones de la petrolera. El banco que preside Isidro Fainé lanzó ese instrumento en noviembre de 2013 con un vencimiento a tres años. Así conseguía liquidez y, de paso, a ojos de las agencias de crédito, se deshacía hasta del 2,5% del capital de la petrolera.
El bono se emitió por 594 millones de euros y se vendió a inversores institucionales con una rentabilidad del 4,5% anual. En su momento, con la acción de Repsol en el entorno de los 16 euros, el precio mínimo de canje de los bonos por cada acción quedó fijado en 18,25 euros y el máximo, en 22,813 euros.
“Al vencimiento, los titulares de los bonos recibirán las acciones que resulten de dividir el valor nominal de los bonos entre un precio que estará entre el mínimo y el máximo de canje, dependiendo del valor de mercado de las acciones de Repsol”, explicaba CaixaBank en su informe anual de 2013, después de haber colocado este instrumento.
Resultados de la entidad
El bono de Repsol quita 147 millones a CaixaBank
CaixaBank, en caso de que le fuera más favorable, hubiera podido optar por la devolución en efectivo del nominal. Pero no fue el caso El pasado enero, decretó su amortización total anticipada. Cada bono se cambiaría por 5.479,45 acciones de Repsol más 4.389 euros en efectivo en concepto de intereses. Los dueños, además, se habían embolsado unos 9.000 euros adicionales por las rentabilidades cobradas por el cupón anual desde noviembre de 2013.
Las acciones de Repsol cotizaban por encima de los 16 euros en la fecha de emisión, cuando el día del anuncio de la amortización anticipada se cambiaban por debajo de los 10 euros.
La ecuación de canje hacía más atractiva para CaixaBank la metamorfosis por acciones, frente a la posibilidad de una amortización en metálico, pues el precio de canje mínimo estaba fijado en 18,25 euros por cada título de Repsol. Así, los inversores institucionales propietarios de los convertibles recibieron acciones valoradas en 51.000 euros a los que se sumaron los 14.400 euros en efectivo. La minusvalía respecto al nominal inicial de 100.000 euros para los inversores que no se hubieran cubierto rozó el 36% respecto a su inversión inicial. Los bonos se amortizaron el 3 de marzo y la entrega de las acciones se hizo el día 10 de ese mes.
La amortización anticipada del bono no tuvo efecto solo sobre sus dueños, sino sobre las propias cuentas de CaixaBank. Ya en el informe de resultados del primer trimestre, el banco presidido por Isidro Fainé reconoció 133 millones de euros en los resultados negativos en el epígrafe ganancias/pérdidas en baja de activos. La entidad explicaba que “estaban asociados a los activos inmobiliarios y a la amortizacion anticipada de la emisión de bonos canjeables de Repsol”.
En el informe de los resultados del primer semestre, cuando ganó 638,1 millones, CaixaBank concreta que, consecuencia de la cancelación del bono, el grupo ha reconocido “un resultado negativo de 147 millones de euros brutos, que incluye, principalmente el resultado de la entrega de las acciones de Repsol y el resultado generado por la cancelación del derivado implícito de cobertura”. Y es que para establecer el importe mínimo y máximo del precio de canje CaixaBank adquirió una cobertura. En todo caso, explican fuentes financieras, la mencionada pérdida de 147 millones de euros es meramente contable, pues no supone ningún tipo de salida de caja.
La entrega del porcentaje de Repsol supuso deshacerse de una participación con un valor teórico contable de 575,9 millones de euros a 30 de junio.
A cierre de junio, CaixaBank conservaba el 10,05% de Repsol, que valoraba en 1.680 millones de euros.
La amortización del bono de forma anticipada “no altera la intención de CaixaBank de continuar con un nivel de partipación en Repsol similar al mantenido hasta el momento y que le permita mantener una influencia significativa en dicha compañía”. Se interpretó en su momento que CaixaBank estaría dispuesta a elevar su participación hasta situarla de nuevo en el entorno del 12%, porcentaje que controlaba antes de amortizar los bonos necesariamente canjeables.
CaixaBank, con la participación que tine, es capaz de mantener a dos consejeros en el consejo de administración de Repsol. De hecho, es el primer accionista, seguido por Sacyr, que controla un 8,34%. A continuación, aparecen el fondo soberano de Singapur, Temasek, que tiene el 4,87% de Repsol, y la gestora BlackRock, con un 3,64%.