Un modelo de ERTE que se corresponda con la recuperación de la normalidad
El Gobierno debe buscar un sensato equilibrio entre el apoyo a las empresas y la necesidad
de incentivar progresivamente la vuelta a la actividad
Patronal y sindicatos mostraron ayer un inusual y sólido frente común al reclamar al Gobierno que la nueva prórroga de los ERTE, después del 31 de mayo, se lleve a cabo sin cambiar las condiciones que este instrumento ha mantenido hasta el momento. Tanto CEOE como UGT y CCOO argumentan que la protección de los ERTE debe mantenerse en los términos actuales hasta que “lleguen las vacunas” y que se trata de una cuestión en la que existe consenso entre empresarios y representantes de los trabajadores. La demanda de los agentes sociales fue respaldada por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien resumió así la postura de su departamento: “lo que funciona bien, para qué vamos a cambiarlo”.
La firme defensa de una prórroga de los ERTE sin cambios en las condiciones responde a la propuesta que planteó el viernes el Gobierno, la cual contempla un esquema cuyo objetivo es incentivar más el paso de trabajadores desde el ERTE a la actividad, y que incluye cambios como la vuelta obligatoria de los fijos discontinuos. Desde las patronales de la industria turística se reclamaba ayer al Gobierno que la prórroga deje las cosas como están, “sin penalizar a las empresas en esa situación que todavía no operen”. El sector advierte de que “asumir estos cambios sería inviable” y que su aplicación supondría el cierre de una gran parte de las compañías hoteleras.
La demanda de los agentes sociales es comprensible, dada la larga travesía en el desierto que las empresas han realizado desde el estallido de la pandemia y la inevitable incertidumbre que provoca un horizonte que comienza a aclararse, pero respecto al que todavía queda por ver si se consolida. Pese a ello, es indiscutible que las condiciones de la actividad económica han cambiado sustancialmente desde el inicio de la crisis, hasta el punto de que el Gobierno ha levantado el estado de alarma como consecuencia de un descenso en la incidencia de la pandemia y del avance de la campaña de vacunación. A ello hay que sumar las previsiones macroeconómicas que se manejan para el segundo semestre del año y que conceden a España un notable ritmo de recuperación, sin olvidar que los ERTE son un instrumento excepcional que en ningún caso puede normalizarse, sino que debe ir retirándose a medida que mejoran las condiciones económicas.
Todo lo anterior no excluye que el modelo de prórroga que plantea el Gobierno pueda ser mejorable o revisable. Esa mejora –que debe llevarse a cabo en diálogo con los agentes sociales, con los que el Ejecutivo se reunirá este viernes– debe buscar un sensato equilibrio entre el apoyo a las empresas y la necesidad de incentivar progresivamente la vuelta a la actividad.
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Los sindicatos y la patronal por supuesto están de acuerdo en seguir esquilmando las arcas públicas y sacándoles los cuartos a los contribuyentes españoles.
Los que están en ERTE siguen encantados, cobrando sin trabajar desde hace 15 meses.