Tímida desdolarización
30/06/2023 | 07:22
Las sanciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania en febrero de 2022 están teniendo consecuencias imprevistas de gran calado.
La congelación de las reservas financieras en dólares y euros mantenidas por el Estado ruso en el exterior, por importe de 300 mil millones de dólares, y la expulsión de los bancos rusos del sistema de transferencias internaciones SWIFT, imposibilitando operaciones comerciales en dólares o euros, ha provocado una reacción preventiva en los principales países "no occidentales". La utilización del dólar como arma ha puesto en alerta a estos países que no comparten la visión de los países occidentales. Su objetivo es claro: reducir su dependencia del dólar lo más posible, ante el eventual riesgo de congelación de los activos mantenidos en la divisa estadounidense.
Desde el acuerdo de Bretton Woods en 1944, el dólar ha sido la moneda de referencia en el comercio internacional. Casi el 90% de las transacciones transfronterizas se han realizado en la divisa estadounidense. Así, si Colombia vendía café a China, el pago se realizaba en dólares, aunque Estados Unidos no fuera ni el comprador, ni el vendedor en la transacción comercial.
La supremacía del dólar como la principal moneda de comercio y de reserva global durante las últimas ocho décadas ha sido un elemento clave en el liderazgo de EE. UU. De hecho, le ha permitido mantener de forma casi permanente tanto un déficit comercial, como un déficit público sin graves consecuencias para su economía (al menos hasta la fecha). Los países con superávit comercial con Estados Unidos, es decir, que exportan más de lo que le importan de Estados Unidos, generan un ahorro en dólares. Este es el caso de China o Arabia Saudita, entre otros países. Así, estas naciones acaban invirtiendo dichos dólares en bonos del Tesoro americano o en otros activos denominados en dólares. Esta capacidad de EE. UU. de absorber el ahorro en dólares del resto del mundo ha sido uno de los factores que ha facilitado la globalización de las tres últimas décadas.
No existe ninguna moneda que actualmente pueda sustituir al dólar como moneda de referencia del comercio internacional. Aun así, los movimientos entre los países no occidentales para minimizar las transacciones comerciales entre ellos denominadas en dólares es un hecho. Quienes están liderando estos movimientos de desdolarización son los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Los BRICS representan el 41% de la población global, el 24% del PIB global y el 16% del comercio global.
Los
acuerdos entre los países BRICS para comerciar entre ellos en divisas distintas del dólar son un hecho. Adicionalmente, China está alcanzando
acuerdos con los países del Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Baréin, Omán y Emiratos Árabes Unidos) para utilizar el Mercado de Petróleo y Gas de Shanghái (
Shanghai Petroleum and Natural Gas Exchange) y
liquidar las operaciones en yuanes. China es el principal socio comercial de los países del Golfo Pérsico. Aunque difícilmente los países del Golfo van a querer acumular grandes cantidades de yuanes como reservas,
China ha establecido un mercado oficial para poder convertir los yuanes (exteriores) en oro físico.
Con datos de marzo de este año, China ha conseguido ya realizar más intercambios comerciales en yuanes que en dólares, realizándose ya un 48% de las transacciones comerciales internacionales en la moneda china. La tendencia, en detrimento del comercio en dólar, es clara.
La coalición de los BRICS, creada en 2001 y con escaso contenido económico real durante mucho tiempo, se está convirtiendo en el espejo "no occidental" del G-7. La inclusión en la coalición de Arabia Saudita, anunciando la venta de petróleo en monedas distintas del dólar, y la inclusión de Irán, que no vende en dólares por las sanciones todavía en vigor, otorgan un mayor peso a la desdolarización. Otros países como Turquía, México, Argentina, Indonesia, Emiratos Árabes Unidos, Argelia, Egipto o Baréin también han solicitado su admisión en la organización, conocida ya como BRICS+.
En la Asamblea de los BRICS+ el próximo agosto se pretende aprobar la creación de una nueva moneda para las transacciones comerciales entre los países de la organización, previsiblemente con el respaldo de determinadas materias primas. Las dificultades serán numerosas y su implementación difícilmente será inmediata.
Si los países con superávit por cuenta corriente (países que generan ahorro) como China, Rusia o los países del Golfo Pérsico no generan dicho ahorro en dólares, no tendrán la necesidad de invertir en bonos del Tesoro americano, que además ofrecen rentabilidades reales (descontada la inflación) negativas. Las inversiones se quedarán en su área de influencia.
Como recordaba Lagarde recientemente, el mundo se está fragmentando en dos bloques: uno liderado por EE. UU. y otro liderado por China. La información predominante en los países del "primer mundo" suele dedicar poca atención a los movimientos de fondo de los países integrantes del bloque no occidental. Dadas las consecuencias económicas, financieras y de todo tipo, merece la pena seguir de cerca los acontecimientos.
Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4 Banco.