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Re: Pulso de Mercado: Intradía
Los estructurados vuelven al escaparate bancario: Santander, CaixaBank y BBVA colocan 550 millones en el año
Este tipo de bonos llegan a ofrecer cupones del 5,1% y están considerados un producto de inversión complejo
Los bonos estructurados han vuelto a las oficinas bancarias. Tras unos años prácticamente escondidos en el cajón por su complejidad y su elevada litigiosidad, las entidades han desempolvado este tipo de deuda tanto en su versión clásica, con un cupón anual fijo, como aquellos bonos estructurados, que ofrecen un plus de rentabilidad al contar con un elemento de riesgo añadido al estar habitualmente vinculados a la evolución de la Bolsa o a un índice como el euríbor y que llegado el caso pueden ser utilizados para absorber pérdidas si la entidad tiene problemas. De hecho, los dueños de 450 millones de euros en bonos subordinados del Popular acabaron perdiendo su dinero allá por 2017. En lo que va de año, CaixaBank, Santander, BBVA y Bankinter han colocado 550 millones de euros en este tipo de bonos que, según insisten, no comercializan abiertamente en sucursales sino que lo hacen a través de sus servicios de banca privada. Lo cierto es que, aunque las entidades recalcan que la norma es muy restrictiva sobre la distribución de estos productos a particulares, CincoDías ha comprobado que en algunos casos sí que se están ofreciendo a clientes particulares.
La gran banca ha resistido la subida de tipos de interés ejecutada por el Banco Central Europeo (BCE) y ha esquivado la guerra del pasivo retribuyendo el ahorro de las familias como sí han hecho algunas entidades más pequeñas. El sector se ha mantenido ajeno las ofertas para captar cuentas y depósitos insistiendo en sus elevados niveles de liquidez heredados de los años de la pandemia. En cambio, ha optado por la comercialización de otros productos de ahorro e inversión, como los fondos de inversión o los bonos.
En el caso de los bonos estructurados, las entidades dejaron prácticamente de comercializarlos en 2020 aunque fueron reapareciendo tiempo después, con cuentagotas y con una inversión mínima de 100.000 euros. La época dorada de los estructurados, en todo caso, fue años atrás. La crisis financiera derivada de la quiebra de Lehman Brothers llevó a la banca a colocar entre los pequeños inversores participaciones preferentes y bonos estructurados para reforzar sus colchones de liquidez, lo que encendió las alarmas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La entrada en vigor de las distintas directivas Mifid impulsó, en un primer momento, la creación de un semáforo del riesgo para los activos financieros y posteriormente la obligatoriedad de realizar test de idoneidad, para comprobar que el cliente financiero entiende qué tipo de producto está adquiriendo.
Ahora su comercialización se ha reforzado ante el repunte del interés de los inversores en productos más conservadores como las letras del Tesoro o los fondos garantizados, monetarios o de renta fija a vencimiento. Eso sí, se trata de un producto que precisa que el cliente rellene un test de conveniencia. La banca está aprovechando además la simplificación del proceso de emisión de valores de renta fija incluida en reforma de la ley del mercado de valores (LMV) aprobada el pasado año que ha permitido además que se transfieran determinadas competencias desde la CNMV al gestor de la Bolsa, Bolsas y Mercados Españoles (BME).
Santander es la entidad más proactiva en la colocación de bonos estructurados en este arranque de año. El banco ha realizado ocho emisiones de este tipo, que cotizan en el mercado de renta fija AIAF, por importe de 200,5 millones de euros bajo un programa de hasta 5.000 millones de euros en bonos que anunció a comienzos de año. Bajo él, el banco prevé “lanzar a lo largo de los próximos 12 meses distintos tramos de bonos Senior Preferred o Senior Non-Preferred que dispondrán de estructuras flexibles, con rendimientos fijos o variables, ligados a índices del mercado monetario u otras referencias, como tipos de interés de los swaps, índices de inflación, tipos de cambio, etc., y que, con sujeción a las condiciones establecidas en la regulación bancaria, tendrán cualquier plazo de vencimiento y estar denominados en distintas monedas, como el euro, dólar o cualquier otra divisa acordada por el emisor y los inversores en cada momento”, según detalló BME.
La última de las colocaciones, por 30 millones de euros, tiene vencimiento en 2039 y un cupón anual del 4,47%. Están dirigidos a clientes de banca privada y cuentan con un importe mínimo de suscripción de 100.000 euros. Todas las emisiones realizadas están denominadas en euros a excepción de una, que por importe de 13 millones y con un cupón fijo del del 3,5% realizada en yuanes chinos.
Hasta ocho colocaciones de bonos estructurados por cuantía de 177,1 millones ha realizado por su parte BBVA en lo que va de año dentro de un programa de hasta 2.000 millones de euros. Unas emisiones que tienen cupones de entre el 3,89% y el 5,10% anual. En el caso de CaixaBank, la entidad ha colocado en lo que va de año 154 millones de euros en bonos estructurados a través de dos emisiones. La más grande, de 115,8 millones, tiene vencimiento en febrero de 2025 y tiene como subyacente el euríbor a seis meses. Está dirigida a inversores de banca privada, entre los que la entidad incluye minoristas, según los términos del folleto, con un importe máximo de suscripción de 100.000 euros. Unos bonos que, llegado el vencimiento, rentarán en el escenario de menor rentabilidad una TIR (tasa interna de retorno, que incluye comisiones) anualizada del 3,53%, mientras que en el mejor de los escenarios la TIR se sitúa en el 5,17%.
La segunda de ellas, de la que ha colocado 38,1 millones, con vencimiento en enero de 2025, se compromete a devolver el nominal más un cupón garantizado del 2,52% más un cupón adicional ligado a la evolución del euríbor a tres meses que puede alcanzar el 1%. En ambos casos, son vehículos dirigidos a inversores minoristas que no contemplan la retirada de la inversión antes de producirse el vencimiento. “El inversor debe tener capacidad para soportar la posible pérdida en caso de desear liquidar o vender su posición en este bono estructurado antes de la fecha de vencimiento, ya que podría recibir una cantidad sustancialmente inferior al nominal invertido”, explican. Desde la entidad destaca que no se están comercializando abiertamente en sucursales y que solo se hace “entre clientes de banca privada bajo servicio de asesoramiento recurrente y, por tanto, su distribución es muy limitada”.
Bankinter, por su parte, emite sus bonos estructurados desde la Bolsa de Dublín desde hace ya algunos años. En lo que va de año ha colocado 14,836 millones de euros dentro de su programa vigente de notas estructuradas por hasta 4.000 millones de euros. Se trata de bonos con vencimiento en 2027 ligados a la evolución de ING en Bolsa con un importe mínimo de suscripción de 10.000 euros y un cupón de hasta el 6% dirigidos a sus clientes más sofisticados. Fuentes de la entidad explican que están diseñados a demanda de sus clientes de banca patrimonial. En su folleto, reza la siguiente advertencia: “En determinadas circunstancias, los inversores podrían perder hasta el 100% del importe nominal de su inversión, en función de la evolución del subyacente”.