Los fondos de Bolsa española, en peligro de extinción: manejan la mitad de dinero que en 2014
Esta categoría de inversión acumula 2.800 millones de euros frente al máximo de 11.000 millones
Los fondos de
renta variable española están de capa caída. Desde el pico alcanzado en 2006, cuando sus gestores llegaron a administrar activos por cerca de 11.000 millones de euros, la tendencia ha ido claramente a la baja. Tras un ligero repunte después de la gran crisis financiera global, en la última década han perdido la mitad del dinero que gestionaban, al pasar de 6.200 millones de euros en 2014 a 2.800 millones en la actualidad, según datos de la asociación sectorial.
En parte ha sido por la escasa rentabilidad (solo un 2,64% de media anual desde 2014) pero sobre todo porque las grandes gestoras consideran que las cotizadas españolas son un universo de inversión demasiado pequeño como para constituir un fondo especializado. Necesitan mayor amplitud.
A mitad de los 2000, en la época dorada de esta categoría, cualquier gestora que se preciase debía tener un producto de Bolsa española. Pero eso ya quedó atrás. Los nuevos proyectos de inversión en Bolsa, como
Panza Capital, han optado por no tener en su catálogo un producto específico.
La categoría vivió una Edad de Plata entre 2014 y 2017, con buenas rentabilidades y entrada de dinero. De hecho, el fondo Santander Small & Caps, de compañías españolas de pequeña y mediana capitalización,
superó los 1.000 millones de euros en activos gestionados y su máxima responsable, Lola Solana, fue la protagonista del primer anuncio de televisión de 2018, tras las campanadas. Nunca antes se había visto un anuncio de un fondo de inversión dirigido a un público tan masivo.
Pero poco a poco la categoría se ha ido desinflando. El Santander Small & Caps administra hoy en día menos de 300 millones de euros. Casi todos los grandes bancos y aseguradoras tienen algún producto de cotizadas nacionales (BBVA Bolsa, CaixaBank Small & Mid Caps España, Bankinter Futuro Ibex, Mapfre AM Iberian Equities, Santalucía Espabolsa...) pero en general es un tipo de fondo que cada vez tiene menos tirón. En conjunto hay unos 50 fondos especializados aunque algunos son productos indexados que se limitan a replicar al Ibex 35. Este ha sido otro de los problemas, que
la mayoría de los gestores no ha logrado batir al índice de referencia.
“Hace unos años cualquier gestora de aquí basaba su prestigio en ser una de las mejores en Bolsa española, pero cada vez ocurre menos esto, porque se ha demostrado que es un mercado demasiado pequeño para desmarcarse del índice y lograr buenas rentabilidades”.
El año pasado salieron 750 millones de fondos de Bolsa española, según los datos de Inverco. En 2022 otros 50 millones... y así en un goteo que va desangrando esta categoría.
El mercado español de compañías cotizadas está muy condicionado por el peso del sector bancario, de las eléctricas, Telefónica e Inditex. Aunque ha habido algunos casos de éxito, de firmas que se han revalorizado mucho más que el Ibex, tienden a ser sociedades pequeñas y los fondos más grandes no tienen la oportunidad de invertir en ellas sin tomar una participación de control.
Esta progresiva pérdida de relevancia de los fondos de Bolsa española ha ido en la dirección contraria que la evolución de la industria. En la última década, el patrimonio acumulado en fondos de inversión de gestoras registradas en España casi se ha duplicado, hasta rozar los 360.000 millones de euros. Durante los últimos tres años
no ha habido ni un solo mes donde no haya entrada dinero a estos vehículos de inversión, y eso a pesar de las fuertes depreciaciones que sufrieron en 2022.
Uno de los factores que explica la paulatina desaparición de los vehículos de renta variable nacional es cómo ha cambiado la forma de distribuir productos de inversión. Hace 15 años, los clientes tenían más margen para elegir el fondo que querían. En muchas ocasiones compraban el que les recomendaba el banco. Cuando querían invertir en acciones preferían comprar algo conocido, un fondo que invirtiera en Banco Santander, en Telefónica, en Iberdrola, en Repsol... “Es lo que se denomina el sesgo nacional, que hace que la gente piense que es más seguro invertir en aquellas compañías que conoce”, recuerda
Víctor Álvargonzález, fundador de la empresa de asesoramiento Nextep Finance.
Con el paso de los años, y empujadas por la legislación europea, las entidades financieras empezaron a priorizar la venta de fondos por medio de
contratos de gestión discrecional de carteras. Esta fórmula estaba antes reservada a clientes de banca privada y consiste en delegar en el banco o la sociedad de valores un mandato para que pueda invertir parte del patrimonio financiero, a cambio del pago de una comisión explícita. Hoy en día, el 25% del dinero que hay en fondos se ha distribuido con uno de esos contratos, y otro 41% ha tenido un asesoramiento. Cada vez el cliente financiero va menos por libre.
“Cuando la decisión de inversión ya no la toma el particular, sino que es un equipo de inversiones, el destinar una parte de la cartera a un fondo de Bolsa española es más raro, porque se prefiere optar por fondo de Bolsa europea, donde hay más diversificación”, explica un veterano gestor de patrimonios. Poco a poco, esos fondos que miran al Ibex se van convirtiendo en una antigualla.
Otro elemento que ha sido relevante ha sido la propia evolución de la Bolsa española, que ha tenido un rendimiento bastante peor al de otros mercados. Mientras que los fondos especializados en esta temática han tenido que contentarse con ganar menos del 3% anual, los dedicados a Bolsa estadounidense han superado el 10% anual.
Además, hace ya tiempo que los banqueros privados y los selectores de fondos cuando construyen una cartera de activos para sus clientes no se fijan tanto en el mercado donde cotiza la compañía, sino en otro tipo de factores. Hace 20 años empezaron a proliferar los fondos sectoriales (telecos, banca, industria...) y desde hace una década los que más dinero atraen son los
fondos de megatendencias.
Estos últimos son productos que tratan de invertir en empresas que se van a ver beneficiadas por movimientos socieconómicos de calado, como el envejecimiento de la población, la proliferación de la digitalización y la robótica, el ascenso de las clases medias en países emergentes. Sus gestores invierten en la megatendencia, sin importarles el país donde cotiza cada una de las compañías. Con estas nuevas reglas del juego, los fondos de Bolsa española cada vez tienen menos margen de maniobra y sus gestores han tenido que reconvertirse.