EL PODER DE ESTE TIPO PUEDE ACABAR CON EL GOBIERNO DE USA. ESPERO QUE SE DEN CUENTA A TIEMPO. USA CON EL ENEMIGO EN LA CAMA.
Por: Simon Johnson
Jamie Dimon podría ser la persona más peligrosa en Estados Unidos. No es que sea incompetente y pueda hacer estallar su banco, sino todo lo contrario: el Sr. Dimon amenaza a nuestro sistema económico y político precisamente porque es muy bueno en su trabajo, y porque está determinado a traducir su éxito reciente en hacer su banco incluso más grande.
Dimon comprende por completo (aunque no puede hacerlo en público) las ventajas privadas, tanto para él como para sus colegas, de que un banco grande crezca aún más. Ser demasiado grande para fracasar, y como resultado tener acceso más económico al financiamiento, puede sonar injusto, irrazonable y peligroso para nosotros. Pero para Jamie Dimon es un modelo de negocios, y él sólo está haciendo su trabajo, que es hacer dinero para sus accionistas (y para él mismo y sus colegas).
Dimon representa el fuerte peso político e intelectual del sistema bancario. Maneja algunos de los cabilderos más efectivos y poderosos en Capitol Hill. Tiene las mejores relaciones con el Departamento del Tesoro y con la Casa Blanca, y está determinado a seguir fomentando eso.
El único problema que enfrenta es que no tiene ningún caso hacer banca del tamaño y de la forma que él propone. Consideren la lógica que presentó en la página 36 de su reciente carta a sus accionistas. Comienza con un punto razonable: las compañías no financieras grandes a nivel internacional son una parte integral y sensible del panorama económico de Estados Unidos. Pero agrega tres puntos más:
1. Las compañías grandes necesitan bancos grandes
Las grandes compañías necesitan que haya bancos grandes que operen en las fronteras, con balances fuertes y con la capacidad de ejecutar una gran variedad de transacciones. Esto no es cierto, si estamos discutiendo a la banca a la escala actual y futura propuesta por J.P. Morgan Chase. Atendimos este detalle en 13 banqueros; de hecho, poder refutar este punto a detalle, con toda la evidencia sobre la mesa, fue una de las principales motivaciones para escribir el libro. Simplemente no hay evidencia (ninguna) de que la sociedad salga ganando si los bancos tienen balances que superan los 100,000 millones de dólares (J.P. Morgan Chase tiene 2 billones y ya va para 3 billones de dólares).
2. Al sistema bancario estadounidense le hace falta concentración
El sistema bancario estadounidense no está particularmente concentrado en relación a otros países de la OCDE. Es verdad, aunque el grado de concentración en Estados Unidos ha aumentado dramáticamente durante los últimos 15 años (otra vez, los detalles están en 13 banqueros) y en productos clave, como tarjetas de crédito e hipotecas. Pero en cualquier caso, la comparación con otros países no ayuda al Sr. Dimon para nada, pues otros países están luchando con las consecuencias de que los bancos se hayan vuelto demasiado grandes en relación con su economía; un ejemplo ilustrativo en Europa es Irlanda.
3. El sistema bancario de nuestro vecino del norte funciona bastante bien
Canadá tuvo un buen desempeño durante 2008 y 2009, con un sistema financiero relativamente concentrado.
El Sr. Dimon obviamente preferiría moverse en esa dirección, y los altos mandos de la Casa Blanca también están muy tentados. Esto es motivo de miedo, pues no sólo representa un malentendido enorme de las garantías gubernamentales detrás de la banca en Canadá (que aclaramos recientemente), sino que esta propuesta, en concreto, permitiría en el contexto de Estados Unidos una captura estatal más completa de la que hemos visto bajo la administración de Hank Paulson y Tim Geithner. Hay que plantear esta pregunta en el contexto histórico estadounidense, como lo hacemos en el primer capítulo de 13 banqueros: si Estados Unidos sólo tuviera cinco bancos, ¿su poder político e ideológico sería mayor o menor al que tiene hoy?
Por mucho tiempo, nuestros banqueros líderes se ocultaban detrás de los cabilderos y amigos políticos. Es más alentador ver al Sr. Dimon salir de esas capas de protección para comprometerse y participar en la refriega intelectual.
Es completamente apropiado y razonable verlo hacer su mayor esfuerzo por mantener a los bancos en su tamaño actual o incluso haceros crecer. Deberíamos animar este tipo de involucramiento en el discurso público, pero también deberíamos analizar cuidadosamente la sustancia de sus argumentos.
Theodore Roosevelt analizó cuidadosamente las visiones de J.P. Morgan y de otros líderes financieros a principios del siglo XX, cuando rechazaron su intento por controlar sus inversiones masivas en las vías férreas y en las industrias. En aquel entonces, Roosevelt no estaba en contra de los negocios por así decirlo, sino que insistía en que lo grande no era necesariamente bello y que también necesitamos evaluar el impacto social negativo del poder monopólico en todas sus formas económicas y políticas.
Si no encontramos una visión moderna de Teddy Roosevelt, Jamie Dimon y sus sucesores nos harán un gran daño. Es cierto que después de otra crisis o en medio de la Segunda Gran Depresión, podemos esperar encontrar razonablemente otro enfoque FDR. Pero, ¿por qué deberíamos esperar cuando este desastre es completamente prevenible?
Simon Johnson es coautor de 13 banqueros: la toma de Wall Street y la próxima crisis financiera (Pantheon, 2010).