Creo que la wamu reunión si se llega a dar. Deberá ser en otro lugar mas fresco.!
MADRID, España, abr. 15, 2010.- El sol, el calor, el mar, son algunos de los atractivos veraniegos que provocan la llegada de turistas europeos cada año a España. Es lo que se conoce como turismo de sol y playa.
Pero una cosa es una temperatura agradable a la orilla del mar y otra es quemarse, y esto es lo que podría ocurrir en España a finales de este siglo. Y es que la Península Ibérica se calienta más rápido que la media del planeta.
Según un informe oficial, habrá hasta seis grados más en verano a partir del 2070. Lo que hará de este país un lugar menos apetecible. Esta es la predicción, cuanto menos estremecedora, que se desprende del documento "Clima en España: pasado, presente y futuro" elaborado para el gobierno, por 120 científicos españoles.
Pero hay más. Entre las conclusiones de esta investigación también se destaca una reducción del 50% de media en las precipitaciones, principalmente en verano, y un incremento de la aridez y períodos más largos de eventos extremos como precipitaciones y sequías.
Según los datos registrados de los que se tiene constancia, la temperatura ha aumentado en España 0.48 grados por década entre 1973 y 2005, mientras que la media global subió a un ritmo de 0.17 grados por década. Pero aunque el incremento de temperatura es la tendencia durante todo el año, se percibe principalmente en el trimestre de junio, julio y agosto, cuando se estima que subirá 5.41 grados más de media.
Y si julio y agosto ya son meses insufribles para muchos españoles que viven en el centro y sur del país debido al excesivo calor, con seis grados más una ciudad como Madrid o Sevilla se puede convertir en un verdadero infierno.
Por otro lado, los científicos también alertan sobre el descenso de precipitaciones de forma significativa en relación con los años sesenta y setenta, especialmente a finales de invierno. Es más, la década que está a punto de concluir registra los valores más bajos de precipitación anual desde 1950.
Unidos ambos fenómenos (aumento de temperaturas y reducción de precipitaciones) dibujan un escenario de desertificación en muchos puntos de España para finales de siglo si no se limitan las emisiones de gases de efecto invernadero.
Un panorama nada alentador donde a más de uno se les quitará las ganas de esperar el ansiado calor del verano y provocará sin duda una reducción del maltrecho turismo, estancado en este momento por el incremento en los precios y ofertas más suculentas en otros países mediterráneos como Croacia o Túnez.