En otros tiempos también me planteaba el por qué de los comportamientos de la bolsa y nunca encontré una respuesta objetiva y clara. Los comportamientos de la bolsa me parecieron incoherentes y contradictorios. Tan incoherentes y contradictorios como los comportamientos de la mayor parte de las personas de mi entorno, tan incoherentes y contradictorios como mis propios pensamientos y comportamientos que a menudo tan racionales y sesudos considero. Hasta que un día me di cuenta que la bolsa no es más que la síntesis de miles y millones de formas de pensar y de actuar, miles y millones de personas con sus ambiciones, sus precipitaciones, sus confianzas, sus miedos, sus euforias, sus ilusiones, sus dudas, sus arrogancias, sus pánicos..., que de una forma u otra proyectan sobre el presente de la bolsa lo que sienten que va a ser el futuro. Me sorprende el hecho de que cuando la bolsa está por las nubes siempre hay quien piensa que va a subir mucho más, y al contrario cuando se hunde la bolsa desde lo más alto encontramos multitud de opiniones que afirman que va a seguir bajando. Cuando el Ibex35 tocó techo cerca de 16.0000 puntos, los comentarios de que podía llegar hasta los 20.000 eran frecuentes, recuerdo incluso algunos comentarios que auguraban que la bolsa nunca más volvería a caer de forma tan estrepitosa como lo había hecho en el pasado, pero la realidad se impuso y el Ibex35 se fue por debajo de los 7.000 puntos. A partir de aquí las opiniones a la baja tampoco tenían fondo, se decía que caería por debajo de 3.000 puntos, algunos auguraban el fin de las bolsas, el ocaso del mundo capitalista, y en nueve meses el Ibex35 superó los 12.000. A las bolsas, como a las personas, no hay quien las entienda, podemos aventurar lo que piensa el prójimo, podemos adivinar lo que hará a medio o largo plazo, pero saber lo hará mañana, el vecino o la bolsa, nadie lo sabe. Y menos aún por qué.
Ahora ya no me preocupan los comportamientos de la bolsa, ni trato de saber su por qué, lo único que trato de entender y cuantificar es cuando está lo suficientemente alta para vender y cuando lo suficientemente baja para comprar.