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Trichet: otro funcionario inútil

2 respuestas
Trichet: otro funcionario inútil
Trichet: otro funcionario inútil
#1

Trichet: otro funcionario inútil

Se puede saber de que va este tío. Cómo lo vea por la calle ...
Si tuviera algo de honor mañana presenta la dimisión y desaparece. Sí, tú, Trichi, vas a pasar a los anales de la historia como el bastardo que desencadenó o intentó la quiebra mundial.
Algunos pensaréis que de esta manera conseguiremos limpiar el sistema, pues yo os digo que os equivocáis porque sólo pierden los mismos, las clases medias.
}:(

#2

Re: Trichet: otro funcionario inútil

Lo cieerto es que el cabrito lleva años haciendolo.
Y como somos unos borricos en lugas de ponernos cortos pensamos que esta vez va a ser razonable.

La gente no cambia, solo envejece.

#3

Re: Trichet: otro funcionario inútil

Fracaso épico en Fráncfort

El paso en falso de Trichet es inquietante. Muy inquietante. El BCE, hasta ahora quizás la institución europeoa con la credibilidad menos erosionada por la crisis (el listón tampoco estaba muy alto) parece más preocupado por mantener un equilibrio político que por tomar medidas eficaces. No se sabe qué es más grave. Si el farol sobre una intervención en los mercados que finalmente parece afectar solo a Irlanda y Portugal (en caso de ser cierto, comprar deuda de dos países ya intervenidos y cuyos bonos tienen una liquidez casi nula sería estúpido). O la obsesión por los precios (cuando la propia existencia de la moneda está en el aire). O el hecho de subcontratar al EFSF las operaciones en el mercado de bonos: Un fondo con una capacidad operativa limitada y conocida por el mercado. Como tener un fusil y disparar al enemigo con piedras para no hacer ruido. Y explicándole cuántas piedras te quedan.
El mercado no es estúpido y tiene muy caladas a las autoridades europeas. El efecto de la comparecencia de Trichet ha durado media hora. El BCE ha conseguido que el día que toma una medida destinada a suavizar la tensión de los mercados (prolongar la barra libre de liquidez), éstos dejen el mundo al borde del colapso financiero. Por si fuera poco, ha admitido la existencia de divisiones en el seno de la autoridad monetaria. El fracaso es épico; el BCE ha desperdiciado una de sus últimas balas intentando jugar de farol. No solo ha perdido la baza, también ha hundido su credibilidad. Y todo por no querer molestar. A partir de ahora, si el BCE quiere influir en el mercado, solo podrá hacerlo con dinero. Las palabras, hoy más que nunca, se las lleva el viento.

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