Tener dinero proporciona seguridad, libertad y mayor comodidad. Se vive más tranquilo, con menos estrés, menos presión. Por no decir lo bien que viven aquellos pocos afortunados que gozan de una libertad financiera que les garantiza la supervivencia a base de ingresos pasivos o capital ya acumulado de por vida.
Para mí el dinero es tiempo. A más dinero, más tiempo para disfrutar de mi vida y no entregarla a diario a los sueños e intereses de otros (no me gusta mi trabajo, he de decir). ¿Y la presión que sufren muchos en sus empresas, arrinconados para hacer horas y más horas en las oficinas, en contra de su voluntad? Aquellos con un capital lo suficientemente holgado como para poder permitirse unos años sabáticos seguro que afrontan los chantajes de sus superiores de otra forma.
Sufrí una lesión deportiva y menuda envidia me daban aquellos que podían tratarse a base de los últimos avances, véase la cadera del Rey o de cualquier otro ciudadano que tiene que pasar por listas de espera.
En la sociedad actual el dinero es nuestro sustento, nuestro pan. Y a partir de tener asegurado el pan de cada día, y un techo, es cuando podemos empezar a desarrollarnos más allá de las necesidades básicas.
Por lo demás, creo que está sobrevalorado el disponer de bienes materiales y se puede ser muy feliz sin invertir mucho en compras y caprichos inútiles. Disfrutar del aire libre, de los amigos, pareja, familia, perro o gato, la playa, el monte, el parque... el caso es que yo me levanto todos los días para ir a una oficina y poder disfrutar, al menos, un tiempo, de estas bonitas cosas.