Más vale tarde que nunca, por fin encuentro MI poesía, jajaja
Vuesa Merced ha de saber que no se haya más que un breve fragmento. De buena os han librado, jaja
TARSIANA "JUGLARESA"
ESTROFAS 422-436
Dijo la buena dama un sermón moderado:
«Señor, si de ti fuese lo que pido otorgado,
otro mester sabía que es más sin pecado,
que es más ganancioso y es más honrado.
Si tú me lo otorgas por la tu cortesía,
que me ponga en estudio en esa maestría,
cuanto tú me pidieses yo tanto te daría;
tú tendrías ganancia y yo no pecaría.
De tal modo si quieres que así pudiese ser,
que una mayor ganancia tú pudieses tener,
por eso me compraste y eso debes hacer,
en tu provecho hablo, debésmelo creer.
El sermón de la dama fue tan bien pergeñado
que fue el corazón del hombre amansado.
Diole poco plazo, un día ha señalado,
pero que ella mirase qué había demandado.
Luego al otro día casi de madrugada,
levantóse la dama ricamente adornada,
tomó una viola buena y bien templada,
y salió al mercado a tocar por soldada.
Comenzó unos ritmos y unos sones tales
que gran dulzor traían y eran naturales;
henchíanse de hombres aprisa los portales,
no caben en las plazas, súbense a los poyales.
Cuando con su viola hubo bien agradado,
a gusto de los pueblos bastante hubo cantado,
tornóles a decir un romance rimado,
de ese mismo suceso por que había pasado.
Hizo bien a los pueblos su razón, entender,
más puede de cien marcos ese día obtener,
fue pagado el traidor con este menester
ganaba por ello un soberano haber.
Cogieron a la dama todos muy gran amor,
sus sucesos escuchan todos con gran sabor,
además como saben que tiene mal señor,
ayudábanla todos de voluntad mejor.
El príncipe Antinágora mejor la quería;
que si su hija fuese más no la amaría.
El día que su voz o su canto no oía
un manjar que comiese mal provecho le hacía.
Tan bien supo la dama su cosa preparar
que sabía a su amo la ganancia aumentar.
Riendo y bromeando con el su buen mirar,
súpose, aunque niña, del pecado apartar.
Vivió en esta vida un tiempo prolongado,
hasta que Dios quiso, exenta de pecado.
Mas dejemos a ella su menester usando,
volvamos con el padre que andaba lacerado.
Al cabo de diez años que ella fuera dejada
regresó Apolonio con su barba trenzada.
Pensó hallar la hija cual dama ya criada,
mas estaba su empresa otra vez trastornada.
Estrangilo, el de Tarso, cuando lo vio entrar,
perdió toda la sangre con temor y pesar.
Vuelto en su engaño piensa a la mujer culpar,
mas pensábase ella con mentiras salvar.
Saludó el rey a sus huéspedes y fuelos a abrazar,
fue de ellos recibido como era de esperar.
Miraba por su hija que les dio a criar,
no se puede sin ella reír ni alegrar.
[...]
Un abrazo poético
¡Sed muy felices!
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.