No queremos reconocerlo pero nos han invadido con lo políticamente correcto, con que nos deba importar el qué dirán porque no decimos lo que pensamos realmente, porque buscamos el quedar bien, porque buscamos el amigo aunque, basado en sandeces que ni nosotros mismos nos creeríamos si las oyésemos de nosotros, aunque por ello los amigos sean más falsos que la falsa moneda...
Cuando ves la tele, hace mucho que no la veo, escuchas entrevistas, programas de coloquio, concursos y es deprimente ver cómo no se permite la opinión contraria, anticuada, resulta aceitosa, cuando no la califican de fascista. Ahí entraría la falta de cultura porque no sé qué puñetas tiene que ver Fascio en todo ésto, ni los Fasci Siciliani, de los que supongo ni habrán oído hablar muchos de estos famosetes, porque probablemente cambiarían de palabra, para usarla como insulto o definición de lo arcaico y obsoleto. (Si supieran de dónde procede...)
Mi gran problema es que ya salí de ese círculo de convencionalismos sociales, afortunadamente ya no estoy sola en ésto, y cada vez me importa menos lo que piensen de mí quienes ni se han tomado la molestia de conocerme. Mi pensamiento es claro. Mi palabra también. De mi pensamiento no se enteran (o ya lo conocen hace mucho). De mi palabra se fían, porque ya la conocen y saben que -dura cuál piedra- es veraz, sincera... aunque no siempre comprendida y menos aún compartida. La mayoría busca el aplauso o la adulación, que no le vayan a sacar del círculo a patadas. Yo dibujo mi círculo. Quien quiera entrar que entre, no cobro entrada y el que no, es libre de quedarse fuera y seguir con sus montoooooones de amistades, que ya te digo para qué le van a servir si se pone chungo el tema. De ésto hablo por experiencia. Solo con la experiencia cruel, se puede elegir dibujar tu propia circunferencia pequeñita o mantener la pose para seguir con la otra, más grande, más lucida, más falsa.
Se pasa mal, muy mal cuando tienes que saltar porque no encuentras ni pasamanos. Lo tuve que hacer solita, hace ya tantos años de ésto..., pero solo así empecé a conocer a gente que merecía la pena de verdad. Selección (más) natural, selección antisocial dónde las haya... ¡pero qué feliz soy ahora sabiendo que agarro el teléfono y sé que voy a recibir un "SÍ" por respuesta!
Si Freud levantara la cabeza me machacaría por seguir hablando a mi "spanisch-dulce-manera" el alemán, jejeje. Pero tampoco me importaría mucho lo que pensara de mí sin conocerme.
Saludos de entendimiento.
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.