Siii.
Toma un puñado de hojas caidas y huele, el olor del otoño, el final del calor, ese imborrable olor a hongos champiñones, níscalos, un aroma embriagador que unido al del pan recien hecho con algo de aceite de oliva virgen y un poco de sal. Estarás deborando el otoño. Introduciéndo su esencia por los sentidos. Una experiencia grata por demás.
Siii.
Describes perfectamente ese maridaje entre el aire limpio que ni es frio ni cálido que templado despeja los pulmones. No abuses mucho de ese aire fresco, que puede cobrarse el primer catarro de la temporada, pero, ese trago de aire es el otoño que se nos mete por el cuerpo.
La higuera que en verano refresca el aire que se situa en su sombra y le da un aroma especial, yo diría que expectorante. Recuerda también la época de Jesús, probablemente alimentado con unos pocos higos guardados en el zurrón. Y el nogal, ese noble productor de limpiacolesterol que es el Omega 3. Ese compendio de sabiduría y salud que hay encerrado en cada fruto del otoño. Me temo que todavía queda mucho por descubrir y por desvelar que nuestros antepadasados los viejos ya sabian y transmitían.
Un fuerte abrazo. Todo, maestro, todo se soluciona con un poco de voluntad y ganas.