Re: Me voy a Lisboa
Ciertamente.
Sentarse a la sombra de un arbol que otoñea, hurgar bajo esa capa de hojarasca llena del manto blanco de los hongos, prestos a convertir en mantillo, lo que apenas hace unos días floreció, ese contacto con la naturaleza es insustituible.
Es una gran fuerza y una ignota tarea el sobrevivir en la naturaleza, pero es esta ocupación la que les desapega de otras preocupaciones más mundanas y que se pueden tomar de ellos para evadirnos aunque sea por un momento de nuestras ocupaciones.
Saborear el pan, sabiendo en cada pedazo, la cantidad de trabajo que ha costado y el milagro que suponen. Esto no le da más calorías al bocado, sí aumenta la apreciación del sabor, el disfrute del mismo.
La gastronomía con el incomparable sentimiento del autoabastecimiento, la pesca, la caza, la recolección,el cultivo, son vivencias insustituibles que a mi juicio dan al plato vida. No se trata de comer por comer, sino por hundir nuestros sentidos y nuestras vivencias en el alimento.
Cuando unimos a ello, nuestro deseo social, nuestra común pertenencia al grupo al compartir estas vivencias es cuando nos sentimos no solo humanos sino seres sociales. Compartir el privilegio de unas tapas y unas cervezas con amigos. Trocear unos pedazos de pan o carne entorno a una mesa es algo más sin duda.
Eso es estar vivo. Eso nos hace darnos cuenta de cuanto tenemos que conservar y el abismo que podemos perder. Por ello hemos de conservar y cuidar este sentimiento, aunque a veces se nos pueda tachar de bichos raros.
Un fuerte abrazo, maestro.