Re: Me voy a Lisboa
Este comentario me ha recordado a un blog que comentaba un restaurante alicantino, que dice verdades como puños respecto a muchas cosas, personas, detalles en la mesa y también dice algo del meloso, si se pasa, ¡adios!:
http://www.ojoalplato.com/archives/4641
Es sencillo, a ver si consigo quitarme esta losa de fama que tengo por ahí, ;-) (Tambor, va por tí)
En otras cosas estoy en perfecto desacuerdo, algo que por otro lado de mí se puede esperar...
Un abrazo
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Para los que pasen de darle al clic por miedo a una posible infección vírica:
"Creo que todos estaremos de acuerdo en que cuando vamos a un restaurante lo que más nos importa es aquello que comemos. Siempre a partir de unos mínimos de limpieza y comodidad. Aquí también incluyo el servicio de sala. La pregunta imprescindible es ¿cómo has comido?
Pero sin duda una buena comida puede mejorar gradualmente según una serie de elementos que la envuelven. De forma gráfica, de dentro hacia afuera, tomando como punto de partida la propia elaboración gastronómica, ésta mejoraría con una buena vajilla y buenos cubiertos. Sin grandes filigranas. (O con las filigranas que te gusten)
A veces un diseño demasiado moderno se convierte en incómodo. (¿Ves? Aquí no estoy del todo de acuerdo)
Copas, manteles y servilletas para mí son importantes, forman parte del atrezzo de la obra. La comodidad de los muebles, sillas y mesas, y su separación entre sí, también influyen en el disfrute. ¿Cuántas veces nos hemos clavado el respaldo de la silla de un vecino o sus conversaciones y miradas indiscretas, que nos interfieren y destrozan ese momento epicúreo que nos habíamos organizado? Las luces, ni poca iluminación ni excesiva, la mesa no tiene por qué parecer el escaparate de una joyería. La luz natural es la ideal, los grandes restaurantes ya han apostado por esta, como ejemplos Celler de Can Roca o Akelarre, pero a falta de ella unas luces cálidas son las ideales para mí, que permitan ver con nitidez y sin desvirtuar lo que hay en los platos. (Aquí de acuerdo al 1000000%)
El personal de la sala, su carácter y profesionalidad, son imprescindibles. Un camarero te puede salvar o arruinar una comida. La decoración y el espacio en que está ubicado el restaurante son el envoltorio final que dará el toque mágico a esa aventura que hemos emprendido alrededor de una mesa. (Sí, también al tropecientos por cien)
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Todo esto ha venido a cuento de mi visita a La Seu. Es un lugar que hay que conocer. Destaca sobre todo el entorno, que es lo primero que se aprecia al entrar en un restaurante. Es un local espectacular. Me gustaría poder emular a mi amigo ALFONSO CALZA, gran artista, pero os tendréis que conformar con mi técnica fotográfica.
El restaurante se encuentra en un edificio de la zona más gastronómica de la ciudad de Dénia. Es un edificio noble de finales del siglo XVI, rehabilitado y decorado con un estilo moderno. Para mí es una buena adaptación de casa señorial a restaurante y lo encuentro muy atractivo. A continuación os dejo una serie de imágenes.
En cuanto a la bodega, una buena parte de ella está a la vista, pero pienso que se trata únicamente de un elemento decorativo. El cuerpo principal de los vinos deben estar seguramente en un lugar menos expuestos a la luz y con una temperatura controlada.
En cuanto a la parte estrictamente gastronómica, ya en la entrada se nos anuncian unas sugerencias extraídas de la carta, de influencia tremendamente mediterránea y de mercado.
La otra posibilidad es un menú del día (gastronómico) muy completo y bien estructurado. Ésta fue la opción elegida para esta ocasión.
Como la decisión fue tomar el menú degustación, siempre surge el problema de la elección de un solo vino que acompañe bien a todos los platos. En esta ocasión, por el contenido del menú la solución más idónea me pareció este blanco. K-Naia cosecha 2011, de la DO Rueda. Elaborado con las variedades verdejo y un 15% de sauvignon blanc. Es un blanco afrutado, equilibrado, con una sensación de frescor que invita a seguir bebiendo. En nariz es intenso, con notas herbáceas y de fruta blanca. Con algún plato eché en falta un poco más de cuerpo en el vino, pero se comportó bastante bien.
El torrajo que llaman por esto lugares. El pan acompañado de all-i-oli.
El sashimi de pescado con caldo de soja y wasabi estaba bastante conseguido.
El buñuelo de bacalao con su brandada, un clásico de demasiadas cartas. Estaba correcto.
Una ensalada mediterránea, bien aliñada y refrescante.
Mini hamburguesas de buey “La Seu”. Sabrosas, nada que ver con algunas que “dicen” que hacen por ahí.
Tallarines de calamar, con espagueti, setas y foie. Abundante ración que convierte el menú en algo difícil de acabar, teniendo en cuenta que aún faltaba el arroz
El menú tenía tres opciones de arroz a elegir, el meloso de marisco, arroz a banda o meloso de carne con verduras y romero. Como se puede apreciar la elección fue el meloso de marisco. Salió antes de tiempo pues no habíamos terminado el plato anterior, con el problema de que podía perder temperatura y al ser meloso dejar de serlo, pues el grano acaba absorbiendo todo el caldo y se convierte en un arroz pasado. Nos dimos prisa con los tallarines y conseguimos salvar el arroz.
El postre bastante flojo. Capuchino de chocolate, café y espuma de avellana.
Un lugar al que vale la pena ir, el entorno es espectacular, a mí me lo pareció, y la cocina y el servicio son buenos. La relación calidad precio en el menú es excelente, 25 euros. Muy recomendable.
Restaurante La Seu. Calle Loreto 59 Dénia. Alicante. Teléfono 966 424 478 http://www.laseu.es/"
Un abrazo de después del clic.
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.