Hoy ha sido un día complicado en lo que se refiere al foro, compañero. No es que quiera tener razón a toda costa, es que no se puede ni debe tergiversar textos ni realidades a tu antojo sistemáticamente, para querer llevar razón. (Creo que a sabiendas que no la tienes) Es un "tú" impersonal.
Si algo hago en mi es autocrítica. Puedes estar seguro. Creo que he dado sobradas cuentas de ello en mi devenir lisboético.
Me gusta plantearme dudas. Y tanto llegué a dudar cuando enterré a alguien muy querido -de esto ya hace muchos años- que me puse a estudiar Teología, para ver si allí encontraba algún por qué, alguna respuesta.
Me considero de mente abierta, ya no siempre tan despejada como desearía -no nos vamos a engañar a estas alturas-, necesito ayuda muchas veces para seguir adelante, para recomenzar. Caigo, me levanto y vuelvo a caer, tropiezo en la misma piedra una y otra vez, pero reconozco por lo menos en mi humanidad, la necesidad de buscar en el Absoluto, todo lo que a mi me falta.
Y esa mente abierta me hace escuchar a quien piensa diferente, procuro debatir con educación, elegancia, saber estar, dirimiendo las diferencias en un debate sano, constructivo, culto e inteligente. No siempre lo consigo, perfecto solo es Dios.
Te dije un día que me gustaba hablar contigo porque aprendía mucho de ti, ¿lo recuerdas?
Pero cuando el interlocutor no tiene ni la más mínima intención de crear debate, argumentando sus postulados con lógica y con veracidad, y transforma la conversación en un monólogo, dónde su verdad es la única irrefutable, su apreciación de mi postura ante la vida es la ridiculización constante de mis creencias, y premeditadamente tendenciosa es su inexistente lógica en la explicación de sus motivos, el debate sencillamente
d e s a p a r e c e.
No tengo por qué comulgar con gigantescas piedras de molino, que solo pretenden aplastar lo que creo. Sin lógica, sin argumentación, sin pudor, sin conocimiento...
"Al final de la jornada, el que se salva sabe y el que no, no sabe nada". Quiero seguir aprendiendo, acercándome a Él, sigo lejos...
Lejos de sentirme en la posesión absoluta de la Verdad, ruego a mis interlocutores que me expliquen la suya, pero no acepto ni tolero que me la impongan por la fuerza y ya, si además es en tono jocoso, me resulta indignante.
Un abrazo
¡Sed felices!
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.