En un depósito a plazo fijo, el dinero queda custodiado en la entidad financiera, y a cambio la entidad periódicamente o a vencimiento le da un interés, devolviendo el capital al final del plazo. Es en definitiva un producto de pasivo bancario
Los pagarés, en cambio, son activos de renta fija, y después de emitirse, se negocian en el mercado secundario, donde el inversor puede venderlos. Son emitidos al descuento, es decir, el inversor deja en la entidad financiera menos dinero del valor nominal del pagaré, y al vencimiento la entidad le devuelve el valor nominal. Los pagarés no tienen intereses, sino cupones.
Existen otros productos como los bonos convertibles, la deuda subordinada o las participaciones preferentes, en estos 3 casos, no existe el concepto de liquidez en los mismos, porque el inversor solo podrá recatarlos si la Entidad Financiera así lo desea. Además, en estos productos, aunque se haya pactado algún cupón atractivo, esto sólo ocurrirá si la Entidad obtiene beneficios, ya que si no es así, la Entidad puede dejar de pagar.
Así que, entre plazos o pagarés, actualmente en el mercado se ofrecen rentabilidades muy similares. Pero algunos aspectos los diferencian:
- Garantías: los depósitos están garantizados por el FGD (fondo de garantía de depósitos ) , los pagarés no.
- Inversión mínima: los depósitos suelen pedir menos importes mínimos que los pagarés , ya que en estos últimos no se emiten por menos de 6.000 euros. Además, el cupón más ventajoso en pagarés, que actualmente ronda por el 4% es para inversiones mínimas de 100.000 euros, y vemos en cambio que en depósitos se pueden alcanzar esos intereses con inversiones inferiores.
- Plazos: los depósitos tienen ofertas desde 3 meses a 24 meses, los pagarés de 1 mes a 12 meses.
- Cancelaciones anticipadas: en los depósitos la comisión por cancelación anticipada suele oscilar entre 1,00% y 3,00%, sobre los intereses generados, y nunca se pierde capital y en los pagarés la comisión por su venta suele oscilar entre el 0,40% y el 1,00%, y podría darse el caso de perder capital, ya que se venden en el mercado secundario y no se sabe hasta la liquidación por cuanto se han podido vender y además, en este último caso, la cuenta de valores asociada a los pagarés suele llevar comisiones de custodia.
En definitiva, el hecho de escoger un pagaré o un plazo fijo depende fundamentalmente de la solvencia y garantía de la entidad financiera, y además , al no estar los pagarés garantizados , los cupones deberían ser superiores a los intereses de los plazos , lo cual no ocurre siempre, porque suelen oscilar por rentabilidades muy similares, y si la rentabilidad del pagaré es superior, hay que ver si la misma compensa en función del riesgo que se corre..