Roubini: La Eurozona necesita que España y los periféricos pidan el divorcio
“Una división de la Eurozona puede ser difícil de llevar a cabo, pero siempre será mejor que la lacra de un mal matrimonio”, dice Roubini.
El economista reconoce en un artículo de opinión publicado por el Financial Times, que las dos operaciones de refinanciación (LTRO) del BCE, en las que la autoridad monetaria ofreció préstamos baratos a los bancos de la región para sortear la crisis crediticia, han servicio para sofocar de forma inmediata los temores sobre la región pero no han eliminado los problemas de fondo de la Eurozona, que aún siguen sin resolverse.
Roubini afirma que Grecia, Irlanda y Portugal siguen teniendo serios problemas que pueden llevarles a necesitar una mayor reestructuración, mientras que la zona euro carece de los componentes esenciales para que la unión monetaria tenga éxito.
Para hacer frente a lo que él llama fallos fundamentales del diseño de la zona euro, propone un acuerdo de divorcio por el que algunos países –preferiblemente Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España- abandonen la unión y el grupo de Estados solventes permanezca en el euro.
Los que salgan deberían entonces reequilibrar sus economías, sustituyendo el crecimiento liderado por la deuda por economías basadas en las exportaciones y el aumento de los ingresos, mientras que el núcleo de los países solventes debería reequilibrar las suyas hacia la demanda interna.
Para lograr esto, Roubini sugiere un reajuste monetario, aunque admite que podría haber interrupciones. Pero, “una estrategia de salida amistosa sería de interés para todos”.
UN NUEVO MARCO MONETARIO
El economista sugiere la creación de un marco monetario transitorio que podría revertir el mecanismo del tipo de cambio que llevó al euro, y que permitiría que las nuevas bandas de fluctuación en el mercado de divisas se ampliaran con objeto de que los riesgos de inflación y las primas de riesgo regresen a la normalidad.
El profesor argumenta que las insuficientes reservas de divisas, las pérdidas de divisas y las quiebras desordenadas serían mitigadas por la compra, por parte del BCE, de las nuevas monedas de los países salientes en la parte baja de la banda de fluctuación. Además, sugiere que todos los contratos existentes se expresen en las nuevas monedas, mientras que los celebrados bajo legislación extranjera sigan denominados en euros. Por otro lado, comenta que los desequilibrios en los sistemas de pago se resolverían mediante la negociación y acuerdos entre el BCE y los bancos centrales nacionales.
No obstante, Nouriel Roubini reconoce que los bancos y los mercados financieros suponen el mayor riesgo para la estrategia de salida que propone. Pero asegura que si los países asumen su deuda externa antes de abandonar el euro, se reducirían las pérdidas de crédito y el riesgo del tipo de cambio.
La pega que siempre se pone a los que como Roubini abogan por la salida del euro de las economías más débiles ha sido la fuga de capitales que se desataría a gran escala y que podrían llevar a los bancos a sufrir un colapso. En este sentido, Roubini está de acuerdo en que, en algunos casos, la nacionalización de la banca sería necesaria, con restricciones a la retirada de depósitos y controles temporales de capital.
“En lugar de soportar un matrimonio que causa miseria a todos los implicados, el divorcio ayudará a una separación amistosa que la Eurozona deberá utilizar, más pronto que tarde, como estrategia de salida ordenada, porque una demora hará que la ruptura sea mucho más costosa”, concluye.