Re: Por mucho que os parezca imposible...
la mayoria ...tras la muerte de recaredo II...un abrazo jugando al mus
Quien tiene dinero tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen
la mayoria ...tras la muerte de recaredo II...un abrazo jugando al mus
Quien tiene dinero tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen
La instalación del oficio real en Barcelona en el círculo de Alfonso el Trovador se explica por el uso de la memoria como fundamento de la cultura cortés. El canciller Ramón de Caldes, el mismo que compiló el "Liber Feudorum Maior", se dedicó a revisar, con gran indignación de algunos viejos aristócratas, la hsitoria reciente de Cataluña buscando a los responsables del asesinato del conde Ramón Berenguer II, bisabuelo del rey. En ese ambiente de desolación y turbación surgen las primeras manifestaciones de la literatura novelesca en provenzal, cuyo eco se percibe en el "Jaufré", una obra reelaborada más tarde, pero cuyo texto original debe situarse en estos años. El tema de la novela era semejante al de los relatos de la Tabla Redonda escritos en el norte de Francia por Chrétien de Troyes y otros autores: una exhortación moral sobre los valores de la caballería profana, que apoya al rey en su decisión de ordenar el territorio aunque sea en contra de la voluntad de la levantisca nobleza feudal. Puesto que la caballería transfigurada por el Císter era el brazo armado del rey, convenía darle una imagen romántica. Reajuste decisivo. El Estado será el garante de la conquista realizada años atrás de los reinos de taifas de Lérida y Tortosa.
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.
Alfonso el Batallador se llamará a partir de ese momento rey de Aragón, Pamplona y Navarra; mientras que Alfonso Raimúndez, rey de Castilla y de León, llevará el título imperial. Sin embargo, meses después de la firma, se revelan las verdaderas intenciones de uno de ellos, cuando Alfonso Raimúndez recibe en Saldaña (Burgos) a una comitiva de nobles catalanes enviada por Ramón Berenguer III para asistir a la boda del "emperador de las Españas" con la hermosa y culta Berenguela. Está claro que este hecho describe el paso de la vieja concepción del equilibrio peninsular a la nueva concepción del Estado dinástico, surgido de la unión de los reyes de Castilla y León con el casal de Barcelona.
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.
Hasta aquí, ningún problema. ¿O sí? Pues sí, porque esta cuestión está en el centro de una polémica que nace con los textos de algunos historiadores catalanes del siglo XV, que afirmaban que el origen de las barras estaba en la casa condal de Barcelona y que llegaron a Aragón con el matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer IV. De ahí que en retratos como este, muy posteriores, Petronila aparezca asociada con la Cruz de Alcoraz y su marido con las barras.
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.
La historia del linaje condal de Barcelona se encargó de demostrar que un hombre no necesita ser un desterrado para ser tratado como un eneimigo del nuevo orden político. El orgulloso Ramón Berenguer II, casado con Matilde, la hija del normando Roberto Guiscardo, perderá la vida en aras de un absoluto concreto: crear un Estado dinástico en la linea marcada por su suegro en Apulia y Sicilia, convertir Barcelona en una capital política como Palermo, salvar el mundo musulmán integrándolo en un gran marco político. La persona que está detrás de su muerte es su propio hermano, Berenguer Ramón II. al que se le conocerá precisamente como "el fratricida".
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.
La pregunta que hay que resolver es: ¿qué fue de los campesinos entre 1037-1057, los años de transformación del territorio?
Pues bien, esos "rustici" que aparecen a menudo en los documentos se han convertido en una comunidad que lucha contra los gravámenes fiscales de los señores y no dudan en buscar en las tierras de la frontera el porvenir que a veces se les niega en su tierra de origen. Mientras los caballeros forjaban un sistema de valores basado en la economía de pillaje y el honor, los campesinos consolidaban una forma de vida sustentada en la economía agrícola y ganadera.
http://cultura-y-disidencia.blogspot.com.es/2009_10_01_archive.html
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.
ahora bien si hablamos de estados modernos...alla va esto...un abrazo
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Vigencia de la Paz de Westfalia
Por Armando Alonso Piñeiro
Para LA NACION
.Una nota del International Herald Tribune, publicada recientemente en LA NACION, ha señalado que el nuevo orden internacional intentado por el presidente norteamericano George W. Bush "pondrá fin a un sistema de relaciones internacionales que rige desde el Tratado de Westfalia, de 1648".
Es cierto que la renovada doctrina militar de los Estados Unidos pone en peligro, con la eventual invasión unilateral o bilateral de Irak, el actual orden constituido desde hace tres siglos y medio. Pero el problema bien merece un examen más a fondo.
Con la Paz de Westfalia, consecuencia de la Guerra de los Treinta Años, aparecen los Estados modernos. El famoso tratado consagra el principio del equilibrio, ratificado inequívocamente por Utrecht en 1713, que en esencia implica el principio de que ningún Estado debe ser tan poderoso que esté en condiciones -solo o en unión de eventuales aliados- de imponer su voluntad a los demás. Se sustituía así la idea comunitario-religiosa imperante en el Medioevo por una noción moderna del Estado nación con todas sus implicancias de respeto a las soberanías territoriales.
Simultáneamente, se gestaba el "desarrollo de la conciencia nacional", como bien lo ha dejado sentado Juan Archibaldo Lanús en su libro El orden internacional y la doctrina del poder . Añade nuestro autor: "Aun cuando Inglaterra y España no hayan figurado entre las partes contratantes de los acuerdos de Westfalia, los historiadores asignan una importancia capital a este acto, pues fue en 1648 cuando la inviolabilidad territorial se erigió como un principio internacional que consagra la existencia de los Estados frente a la concepción feudal de que territorios y pueblos constituían un patrimonio hereditario. El nacimiento del Estado nación marcó, por esta razón, un punto culminante en la historia de las relaciones internacionales en Occidente".
Principios civilizadores
La civilización fue avanzando más aún y en 1928 el Pacto Kellog proscribió la guerra como instrumento de una política nacional, si bien preveía la contingencia de la defensa propia. Desde luego, tales preceptos fueron violándose al amparo de dictadores mesiánicos que provocaron diversos conflictos, entre ellos la Segunda Guerra Mundial. No obstante, la reacción de un grupo poderoso de naciones para doblegar tales excesos envolvía la supremacía de las doctrinas de Westfalia y de Kellog, en la medida en que, al oponer resistencia, se restablecían los fundamentos de la inviolabilidad territorial.
En 1945, la Carta de San Francisco representó la confirmación de esta larga serie de principios civilizadores a lo largo de lo que por entonces tenía una vigencia de tres centurias. Las Naciones Unidas están regladas por una carta constitutiva que en su artículo segundo posee siete principios, de los cuales nada menos que cuatro vuelven a las fuentes de Westfalia, con el nada desdeñable agregado de que por primera vez en la historia las más importantes naciones del mundo se confederaban y ponían su firma al pie del solemne documento.
Equilibrio del poder
El primer principio de la Carta consagra "la igualdad soberana de todos sus miembros". El segundo obliga a todos los Estados miembros a cumplir de buena fe "las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta". El tercero dispone que los miembros de las Naciones Unidas "arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia". El cuarto principio, en un texto de singular claridad, obliga a las naciones a abstenerse "de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado".
El mundo se ha regido por el equilibrio del poder desde el Tratado de Westfalia. Esta armonía de potestades no puede ser sustituida por la intervención de un solo Estado, ni siquiera de un grupo de Estados, salvo que se anulen específicamente todos los documentos internacionales que garantizan las soberanías territoriales, desde Westfalia hasta la Carta de las Naciones Unidas.
En los tiempos que corren, signados por un conjunto de acuerdos jurídicos solemnes que caracterizan precisamente los perfiles de una civilización de costoso esfuerzo a través de los siglos, no es posible admitir la violación de principios fundamentales ínsitos en el progreso de la humanidad.
Aun cuando se produzca el quebrantamiento del principio de la soberanía territorial en el caso que obsesiona a los Estados Unidos, ello no implica la creación de un nuevo orden mundial, porque éste se establece mediante acuerdos multilaterales que sólo pueden discutirse en el seno de las Naciones Unidas. Infringir la Carta de San Francisco equivale a ponerse al borde del abismo.
Armando Alonso Piñeiro es director de la revista Historia.
Quien tiene dinero tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen
Con los reyes catalanes, la corona prosperó y se expandió de manera que sus territorios abrazaban Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles. La corona de Aragón se convirtió así en un imperio militar y comercial en el Mediterráneo de importancia vital. Especial preeminencia en este devenir tuvo el rey Jaime I el Conquistador, ejemplo del crecimiento del poder y desarrollo de la corona en detrimento de los reinos árabes. Es remarcable que los nuevos territorios agregados, como Valencia, mantuvieron fueros propios. En el siglo XIII Cataluña tuvo una de las mejores infanterías del mundo, los almogávares, que incluso fueron contratados para combatir al turco en Constantinopla, donde hicieron oír su grito de batalla: "Desperta ferro!".
Bajo los reyes de la casa condal se redactó el Llibre del consolat de mar y se crearon compañías marinas catalanoaragonesas, que permitieron la conquista de los ducados de Atenas y Neopatria en 1380. La casa de Barcelona se extinguió con la muerte de Martín el Humano, en 1410, y pasó el cetro a la dinastía Trastámara en la persona de Fernando. Su matrimonio con la reina Isabel dio como resultado la unión de los reinos de Aragón y Castilla.
Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.