Si a cualquier catalán que no tenga un nivel de vida alto, que entiendo sean la mayoría, le preguntaran si está de acuerdo en que su gobierno se siga gastando esas cantidades ingentes en gastos supérfluos y se le dijera de verdad cómo esto repercute en su bolsillo, en detrimento de su cada vez peor calidad de vida, estoy segura de que se opondría. Y como imagino que el número de catalanes o foráneos que vivan allí no tendrán la suerte de tener un nivel de vida alto, por una simple regla de tres, se opondrían la mayoría.
Utopías podemos tenerlas todos, pero debería ser el sentido común el que dictara el momento más oportuno para llevarlas a cabo y no arrastrar a irracionalidades a quienes no las quieren y, encima, ahuecándoles el bolsillo para pagárselas a otros.