En Catalunya, que no tiene ejercito (ni intención de tenerlo según ese president que algunos creen independentista), si hay fuerzas de seguridad propias, que dado su poder y prerrogativas deberían estar sometidas a las mismas limitaciones disciplinarias que los militares.
Y tenemos el caso de un tal comisario David Piqué, que tanto por ideología acreditada como por declaraciones públicas, no es precisamente un dechado de respeto democrático. Pero... es molt nostrat. ¿Ha sido sancionado, degradado, apercibido públicamente por los poderes políticos civiles? Para nada. Sigue en su puesto, con un cómodo cojín en el trasero.
Las ideologías no se pueden prohibir en un estado democrático, pero los poderes públicos deben velar porque quien se gana la vida con una ocupación que te hace llevar un arma de fuego al cinto, sean operativos, respetuosos con la legalidad y permanezcan con la boca callada.
Y eso no se está haciendo ni en Madrid ni en Barcelona.
la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!