Claro, y de paso, que aumente su dependencia política.
Que los afines ideológicamente permanezcan en su puesto mientras lo haga el gobierno de turno y lo abandonen cuando sea sustutuído por otro que "colocará" a los suyos.
Que su acceso esté relacionado con afinidades de partido, no con nada que tenga que ver con su valía, mérito, capacidad o competencia selectiva.
Que su actuación obedezca a los designios de la política y no a criterios objetivos.
Que la prestación de servicios públicos, de paso, se base, exclusivamente, en criterios economicistas.
Según las tesis y dogmas del neoliberalismo, parece ser que los funcionarios somos los causantes, incluso, del diluvio universal.
No niego que el sector público esté sobredimensionado, pero sí que los recursos humanos integrados por los funcionarios de carrera estén sobredimensionados y también afirmo que, cuando se establecen comparaciones, se ha de hacer partiendo de la base de que las mismas han de realizarse entre iguales, de lo contrario, las conclusiones tienden a ser erróneas.