Opino que lo de los boicots es de una cortedad de miras que asusta, con perdón.
Cualquier boicot, intento de boicot o anuncio de boicot fuerza a las empresas a buscar salida en otros mercados, ya sean de Europa o del resto del mundo. Eso hace que las empresas se fortalezcan y que paulatinamente tengan menos exposición a esos mercados que se le comportan de manera inestable y poco fiel.
Lo cual evidencia la paradoja de que el boicot propicia que el boicoteado cada vez sea más resistente o inmune a ese boicot, que es precisamente lo contrario de lo que se supone que el promotor del boicot pretende, bien sea para presionar, fastidiar, por pataleta o por convicción, que de todo hay.
Si a eso le añadimos una más que probable reacción de boicot en sentido contrario, la estrategia del boicoteador se demuestra suicida. Dicen que ningún loco tira piedras a su propio tejado. De los tontos nadie dice nada.