España fuera del euro: la solución inflacionista
Sostiene cierta sabiduría oficial que si España estuviera fuera del euro, contáramos con un banco central autónomo e implementáramos agresivos “estímulos” monetarios, superaríamos la crisis en un periquete.
El problema de todo este bonito cuento de la lechera es que resulta empíricamente falso. España ya tuvo su época de hojalata donde aplicaba “estímulos monetarios” con tal de superar las crisis: es la historia de nuestro país hasta el año 1999. Y los resultados son ilustrativos: entre 1980 y 1996, la peseta se depreció más de un 50% con respecto al dólar y al marco, el gasto público se duplicó en términos reales, la deuda pública sobre el PIB aumentó en 50 puntos, el IPC se más que triplicó (una inflación media anual del 7,2%) y, a pesar de todo, la tasa de paro entre 1982 y 1996 no bajó del 15% (de hecho, durante la mitad de los años se ubicó por encima del 20%). Alta inflación y más alto desempleo.
La inflación erosionaría los salarios reales de los trabajadores y la depreciación castigaría a los extranjeros que confiaron e invirtieron en la economía española durante los últimos años.